Un gráfico para que banqueros y asesores expliquen a sus clientes cómo se ha comportado su cartera en 2022

Firma: Paul Skorupskas (Unsplash).

Para qué gastar palabras pudiendo decirlo todo en una imagen. Si el inversor tiene la sensación de que 2022 ha sido un año nefasto es porque no le falta razón. El ejercicio que dejamos atrás se salda con todos los principales mercados en negativo.  

Lo vemos perfectamente en el tradicional cuadro de rentabilidades que comparten desde Candriam. A simple vista, el rojo predomina sobre el verde. A cierre del 15 de diciembre solo las materias primas resisten. Si actualizamos los movimientos de diciembre, el crudo ya ha caído en terreno negativo también. Es decir, que no ha habido donde esconderse entre las grandes clases de activos. Y lo que es peor, que encadenamos dos años consecutivos de mercados revueltos.

El gráfico muestra los rendimientos reales (ajustados a la inflación en euros) de una serie de clases de activos desde 2004. Como vemos, en 2022, ajustado a la inflación, en este universo, sólo las materias primas han logrado registrar rentabilidades positivas (antes del 15/12/2022).

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Es un gráfico con el que podemos entender muy bien además la decepción del inversor conservador, que encadena dos años consecutivos de castigo a su cartera. Y es que a nivel de categoría, 2022 ha sido un ejercicio más complicado porque los activos refugio no han cumplido su papel. Al menos en 2018 los bunds alemanas actuaron de salvavidas. Ahora incluso la renta fija más conservadora ha corregido de la mano de los activos de riesgo.

“Los mercados se han apresurado a valorar muchas malas noticias durante 2022, con un raro caso de caída de los precios de los bonos y las acciones, sólo visto una vez desde la Segunda Guerra Mundial”, comenta Nadège Dufossé, responsable de Asignación de Activos de Candriam.