Cuáles son los retos en la distribución de fondos españoles

alejandro de los ojos caceis tribuna
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TRIBUNA de Alejandro de los Ojos, director de Ventas y Relación con clientes en Caceis Bank. Comentario patrocinado por CACEIS.

Todos los que nos dedicamos, en algún eslabón de la cadena, a desarrollar la industria de fondos en España, seguimos con gran admiración la capacidad que tienen las gestoras extranjeras para atraer inversión española a sus vehículos.

La realidad es que las cifras no son para menos. Si nos fijamos en las estadísticas publicadas por Inverco en los últimos cinco años (2015-2020), las gestoras extranjeras han pasado de comercializar en España fondos con un patrimonio de 118.000 millones de euros a alcanzar en el año 2020 los 220.000 millones; todo esto mientras observamos que los fondos de inversión españoles han crecido también en patrimonio, si bien en un porcentaje significativamente más modesto, desde los 219.000 millones hasta los 276.000 millones a cierre de 2020.

Además de estas cifras históricas, las más actuales disponibles (20.000 millones de euros de crecimiento de los fondos extranjeros en el primer trimestre del 2021) vienen a confirmar cada vez con más fuerza las sospechas que todos tenemos desde hace un tiempo: “Sorpaso”: Pronto veremos que el patrimonio de los fondos extranjeros comercializados en España superará al patrimonio de los fondos españoles.

Ante esta evidencia, solo nos queda preguntarnos: ¿por qué?, ¿qué debemos hacer para competir con los fondos extranjeros en la carrera de captura de inversión española?

En mi opinión, más allá de encontrar respuestas en rentabilidades o gama de productos, que podrían justificar una parte del éxito de los vehículos internacionales, pues en España tenemos grandes gestores y cada vez más la gama de productos es más amplía, la razón principal del éxito de las gestoras extranjeras reside en la distribución.

La fuerza de ventas de las casas extranjeras en España, sus campañas comerciales y de marketing son una buena parte del éxito, si bien todo su buen hacer está sustentado en el históricamente contrastado buen funcionamiento de las cuentas ómnibus a través de comercializadores. El uso de ómnibus, que hace transparente la identificación del inversor final en la cadena de comercialización invita, por un lado, a las bancas privadas de las entidades financieras y las entidades independientes de asesoramiento financiero a recomendar a sus clientes la inversión en vehículos internacionales. Y por otro, a las principales plataformas de distribución en España a ofrecer una gama de fondos internacionales mucho más amplia y completa, pues la identificación del inversor final, tal y como requiere hoy en la práctica el mercado español de fondos, confiere a los comercializadores ciertas responsabilidades y adaptaciones que implican inversiones tecnológicas muy costosas.

Otro de los factores que suponen una barrera para la distribución de fondos españoles es la todavía baja democratización de acceso a los fondos de gestoras españolas independientes en remoto. Con esto me refiero a suscribir desde Vigo un fondo de una gestora con oficina en Barcelona. Sobre esto se están por suerte empezando a ver los primeros brotes verdes, gracias a tres factores que son ya, y estoy seguro serán en mayor medida, catalizadores en la eliminación de barreras en la distribución: incorporación de nuevas generaciones a la inversión muy familiarizadas con entornos digitales; la cada vez mayor cultura financiera de la población, que eleva la capacidad de decisión propia sobre el tipo de inversión a realizar; y el papel de las fintech y herramientas basadas en el funcionamiento de las redes sociales, que facilitan el acceso a la información y a la operativa transaccional no presencial, como es la herramienta TEEPI Market Place, creada por Caceis para facilitar una plataforma gratuita de intercambio de información a inversores y tramitar órdenes sobre fondos.

Ojalá pronto los fondos nacionales sean accesibles en igualdad de condiciones “no teóricas sino reales” a los fondos internacionales. Solo de esa manera podremos valorar verdaderamente si en el interés de un asesor o un inversor prevalece un vehículo extranjero. Y creo que estamos en el camino de comprobarlo, solo espero que cuanto antes, por la salud de nuestra industria y también por qué no, para endulzar ese mal sabor de boca que nos queda a algunos cuando oímos eso de: “Nuestro fondo gusta mucho, pero es más accesible si lo registramos fuera de España”.