2013 ha marcado un principio y un fin. Por un lado, las economías desarrolladas parecen haber superado al fin la crisis financiera, lo que ha llevado la renta variable hasta nuevos máximos históricos. Por otro, el año supuso el fin del ciclo alcista vivido por la renta fija durante las últimas tres décadas, lo que se ha traducido en bajos tipos de interés que dificultan la generación de rentabilidades atractivas en los mercados de bonos. Ante esta situación, ¿qué deben hacer los inversores conservadores?
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