Año récord para el cementerio de ETF: esto es lo que está pasando en la industria europea

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Tim Mossholder on Unsplash

A pesar de un año duro, la industria europea de los ETF se encamina a cerrar 2020 en positivo. A cierre de octubre ya acumula un crecimiento del patrimonio del 0,5% respecto al año pasado, por valor de 4.300 millones de euros. Puede parecer mínimo, pero hay que recordar que se da en un contexto de pérdidas en los mercados por valor de 46.200 millones. Es decir, que la industria como tal ha visto ventas netas en un año de crisis de 50.500 millones, según los últimos datos de Refinitiv.

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Por eso, es aún más sorprendente que con el telón de fondo de estas cifras tan positivas tengamos también este hito histórico: nos encaminamos al año con mayor número de cierres de ETF desde los inicios de la industria en Europa en 2000. ¿Qué está pasando? Según detecta Detlef Glow, director de Análisis de Refinitiv para EMEA, no estamos ante una consolidación de la industria. “Desde mi punto de vista, el elevado número de cierres de ETF en Europa va en consonancia con una alta actividad de lanzamiento. Dado que no todos los nuevos productos terminan cumpliendo con las expectativas de los inversores, se cierran después de un período de tiempo”, argumenta.

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Una posible razón del alto número de cierres de ETF en el transcurso de 2020 hasta ahora podría ser la falta de rentabilidad de los respectivos ETF. “En el entorno actual del mercado, varios promotores de fondos o ETF están revisando sus gamas de productos para productos que tienen una falta de rentabilidad  o pueden estar pasados de moda, como márgenes y, por lo tanto, los beneficios generales en la industria de la gestión de activos se vieron sometidas a cierta presión”, explica.

¿Qué presagia el cierre de un ETF?

¿Hay manera de predecir la muerte de un ETF? Quizás no sea una ciencia exacta, pero Glow sí detecta varios indicadores de que un producto no está funcionado bien para una gestora.

Primero, hay que partir de la base de que ninguna firma de ETF va a pretender que el producto tenga éxito poco después de su lanzamiento. “Los inversores profesionales a menudo necesitan un track record de tres o más años para evaluar el rendimiento de un fondo antes de agregarlo a sus listas de compra”, apunta Glow. Así que solo a partir de ahí podemos comenzar a establecer las métricas.

Al recorrido histórico se suma la necesidad de que un producto mantenga un nivel adecuado de activos bajo gestión antes de poder entrar en las listas de compra. En el ejercicio que llevaron a cabo desde Refinitiv, examinaron el período comprendido entre noviembre de 2017 y octubre de 2020 en busca de los ETF con más de 100 millones de euros bajo gestión en al menos un mes del período de observación. Esto les dejó con 358 ETF con una antigüedad de tres años que no pudieron reunir más de 100 millones de euros en activos bajo gestión en al menos un mes durante el transcurso de los últimos tres años. A esto le añadieron un filtro adicional de fondos que no lograron alcanzar al menos una vez 10 millones al cierre de un mes en los últimos 3 años.

Incluso después de esto no se puede certificar antes de tiempo el fin de un ETF. “Hay productos que la gestora quiere mantener, ya que podrían querer actuar como una ventanilla única para algunas bancas privadas. Además, podrían estar utilizando estos ETF con una perspectiva estratégica a largo plazo para mantener su presencia en los respectivos mercados. También hay algunos ETF orientados al trading (estrategias long-short cortas o estrategias cortas apalancadas) que también puede no tener riesgo de cierre. Esto se debe a que no se espera que estos instrumentos mantengan altos activos bajo gestión ya que el promotor de estos productos obtiene ingresos de la actividad comercial en estos instrumentos”, puntualiza Glow.