Para Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones de Carmignac Gestion, “el camino entre el riesgo de decepción macroeconómica y el margen de maniobra de los bancos centrales se hace más angosto”.
Cuando todos los indicadores parecen respaldar la idea de que la salida de la crisis es por fin una realidad, Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones de Carmignac Gestion, lanza una advertencia en su última carta mensual: “Los bancos centrales van a tener que lidiar con un nuevo desafío y los mercados podrían entrar en un nuevo periodo de incertidumbre”.
Como señala Saint-Georges, “en todos los países desarrollados en crisis, los bancos centrales han sabido asumir sus responsabilidades e incluso han ido más allá, adoptando el papel de timonel del devenir económico de los países que han dejado vacante los estados sobreendeudados. Incluso el Banco Central Europeo, bajo la batuta de Mario Draghi, se ha convertido en el garante principal ante los inversores de la continuidad de la recuperación europea”.
Aunque el experto reconoce que “ciertamente, era necesario tener valor para poner en marcha políticas ‘no convencionales’”, considera que los bancos centrales deberán afrontar retos mucho más complejos a partir de ahora. “La Fed va a tener que equilibrar su política monetaria entre lo que demanda hoy día una economía aún vacilante y lo que necesitará muy pronto el ciclo de aumento de la inflación”, apunta Saint-Georges, quien cree además que “el BCE deberá pasar de la fase de las palabras tranquilizadoras y la liquidez ilimitada a los bancos a la del apoyo efectivo a una economía real europea estancada en las presiones deflacionistas derivadas del desendeudamiento”.
La debilidad de la recuperación en Estados Unidos y Europa es precisamente uno de los aspectos que Saint-George considera preocupantes. Con respecto a los datos del PIB del primer trimestre de la economía yanqui, mucho más débiles de lo esperado, observa que “este debilitamiento no es especialmente preocupante, ya que responde en gran parte a una desafortunada conjunción de factores excepcionales, pero sí confirma el grado de vulnerabilidad de una economía convaleciente ante los choques externos”. Una vulnerabilidad, en su opinión, aún más acusada en el caso de la eurozona.
Saint-Georges reflexiona también sobre los países emergentes: “En una economía mundial globalizada, una nueva decepción procedente de las tasas de crecimiento occidental afectaría sin duda al resto del mundo, pero también debemos reconocer que algunos países poseen actualmente la ventaja de una dinámica propia, menos dependiente que en el pasado del ritmo de crecimiento de los países desarrollados. Eso es lo que ocurre en China, donde la actividad se ha estabilizado mientras las reformas estructurales avanzan. Eso es lo que ocurre también en la India, cuyo primer ministro Narandra Modi está intentando colocar al país en una senda de crecimiento sostenible”.