El plan presupuestario de primavera británico suaviza las tensiones en el mercado de deuda pública británica con una estrategia más táctica de emisiones. Sin embargo, el margen fiscal sigue en niveles históricamente bajos, lo que mantiene la fragilidad estructural.
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La Declaración de Primavera del Reino Unido —presentada el 26 de marzo— es una actualización fiscal intermedia. En ella, el Gobierno revisa sus previsiones económicas y ajusta su política presupuestaria. Aunque no suele incluir grandes reformas tributarias, esta edición ha adquirido especial relevancia. Esto se debe a la fragilidad del crecimiento, la persistencia inflacionaria y las tensiones sobre la deuda pública.
Uno de los elementos más destacados ha sido la decisión del Tesoro de modificar la estrategia de financiación. El objetivo es reducir el riesgo de duración en el mercado de deuda pública. La oficina de gestión de la deuda confirmó que la emisión total para el ejercicio 2025-26 será de 299.200 millones de libras. Esto es prácticamente igual a la del año anterior. Sin embargo, el ajuste en la composición ha sido relevante. El peso de los gilts a largo plazo bajará del 18 % al 14 %, y se ha incrementado el tramo no asignado hasta el 9 %. Esto aporta flexibilidad a lo largo del ejercicio.
Matthew Amis, director de inversiones en Aberdeen, valora positivamente el movimiento. "La reducción de las emisiones a largo plazo ha superado con creces las expectativas del mercado. Esto debería dar al tan asediado mercado de gilts la oportunidad de rendir a corto plazo". Desde Bank of America (BofA) destacan que esta decisión refuerza su visión positiva. Especialmente sobre el diferencial de gilts frente a swaps (ASW), en el tramo a diez años.
Menor presión sobre la curva de gilts
La Oficina de Gestión de la Deuda (DMO) confirmó que la emisión de gilts prevista para 2025-26 será de 299.200 millones de libras. Esto es apenas por encima del volumen del ejercicio anterior. Lo relevante no es la cifra total, sino la nueva distribución por vencimientos. Esta otorga mayor peso a los tramos cortos y reduce significativamente las emisiones largas. Según el UK Watch de BofA, el porcentaje de emisiones a largo plazo caerá del 18% al 14%. Mientras que las no asignadas alcanzarán el 9%, lo que otorga margen táctico al Tesoro.
Este cambio de estrategia ha sido bien acogido por los analistas de BofA, quienes destacan su efecto en la parte media de la curva. “Mantenemos nuestra visión constructiva sobre el diferencial de los gilts frente a swap. Especialmente en el tramo a 10 años”. Además, el Tesoro podrá ajustar durante el ejercicio el reparto entre instrumentos, tramos y métodos de colocación. Esta flexibilidad será clave si se materializan presiones adicionales por el endurecimiento monetario global. Podrían surgir eventos externos como una eventual escalada arancelaria por parte de EE. UU.
Margen restaurado, pero con riesgos latentes
Luke Bartholomew, economista jefe adjunto de Aberdeen, alerta sobre la fragilidad del margen fiscal. “El margen de 10.000 millones de libras que el Canciller ha restaurado es muy pequeño. Sigue siendo muy sensible a los movimientos adversos del mercado o a la evolución del crecimiento”. De hecho, señala que eventos como los anuncios arancelarios de EE. UU. o revisiones macroeconómicas podrían erosionar rápidamente este colchón.
El informe de Bank of America destaca que este margen es históricamente bajo —el promedio desde 2010 es de 26.000 millones de libras—. Esto incrementa la probabilidad de medidas correctivas en otoño. Podrían incluir subidas fiscales si las previsiones macroeconómicas se deterioran.
Contexto inflacionario mixto pero algunos sectores ganadores
La desaceleración inflacionaria en febrero, impulsada por la caída de bienes básicos, ofrece una oportunidad limitada para que el Banco de Inglaterra pueda considerar recortes de tipos a partir de mayo. Aunque la inflación de servicios se mantiene alta (5 %), algunos componentes como alquileres y ocio no gastronómico muestran señales de moderación.
No obstante, se espera un repunte a partir del segundo trimestre. Esto se reflejará en las subidas del salario mínimo, las cotizaciones a la Seguridad Social y el nuevo tope energético. Bank of America prevé una inflación media del 3,4 % en el segundo trimestre de 2025, con riesgos al alza hacia final de año.
Desde el frente sectorial, Rebecca Maclean, cogestora del Dunedin Income Growth Investment Trust (Aberdeen), destaca los avances en planificación urbanística y el apoyo a la vivienda. “Aunque el objetivo de construcción se ha reducido a 1,3 millones de viviendas, la nueva Ley de Infraestructuras podría desbloquear proyectos clave. Mejorará la eficiencia del sector”.
Asimismo, el incremento del gasto en defensa y la apuesta por tecnologías como la inteligencia artificial y los drones deberían favorecer al sector tecnológico y de defensa. Especialmente tras el compromiso del Gobierno de destinar al menos el 10 % del presupuesto de equipamiento a innovación.