PriceStats, compañía fundada por el Prof. Cavallo que calcula índices de inflación en tiempo real para más de 25 países y ofrece sus servicios a entidades como State Street
En 2007 Alberto Cavallo era un alumno de doctorado en Harvard cuando se dio cuenta de que el gobierno argentino estaba empezando a dar unas estadísticas de inflación algo sospechosas. “La presión sobre la oficina de estadísticas había comenzado en 2006 y luego, de hecho, terminaron despidiendo a muchos de sus profesionales” señala. También se dio cuenta de que ya por aquel entonces había mucha información de precios disponible online. “Las grandes cadenas de supermercados ya disponían de unas páginas web muy completas, así que yo podía coger esa información y hacer mis propios índices de precios”. Así que para su tesis escribió sobre el uso de la información de precios en tiempo real. En el caso de Argentina, pudo probar que la cifra de inflación oficial era una tercera parte de la real.
Cavallo se convirtió luego en profesor de Economía en Harvard y vio la oportunidad de hacer este ejercicio con los precios en tiempo real en otros países. “Creamos la iniciativa académica Billion Prices en MIT y Harvard, que nos permitió hacer investigación sobre el comportamiento de los precios en tiempo real. En 2011 empezamos con PriceStats una compañía que produce indicadores de inflación para 25 países”, explica. Al elaborar esos indicadores con información en tiempo real observaron que funcionan bien a la hora de anticipar cambios en la tendencia de la evolución de los precios. “Si hay un shock, el efecto en los precios se refleja antes en los índices a tiempo real. Los precios online son más flexibles y reflejan antes los cambios. En media en EE.UU. estimamos una anticipación de entre dos y tres meses sobre lo que luego recoge el IPC”, detalla.
Tendencia de la inflación
State Street es una de las compañías a las que da servicio PriceStats desde hace más de 10 años. Elaboran índices por país, así como agregados. “En el índice agregado global se puede ver la fuerte subida tras el COVID. Lo que muestra ahora es que parece que se está estabilizando, pero a un nivel superior a las tasas a las que estábamos acostumbrados antes de la pandemia, más cerca del 4% que del 2%” afirma. A nivel de país hay algunos, entre los que se encuentra EE.UU., cuyas cifras sugieren una vuelta a situaciones incluso más normales.
“Si se consideran los últimos 15 años, la mayoría de los países están todavía por encima de la media, pero ha habido una moderación generalizada. Hay algunos outliers como China, que vemos que está en una tendencia deflacionaria. Los efectos de la pandemia y la crisis del sector inmobiliario se están haciendo notar. Esta tendencia se hace más evidente desde abril del año pasado y es un fenómeno bastante único que no vemos en otros países. Japón por el contrario está siguiendo una senda opuesta”, precisa.
En su opinión, las subidas de precios generalizadas se debieron en gran parte a factores globales (recuperación tras la pandemia, problemas en la cadena de suministros, efectos de la invasión de Ucrania), y ahora parecen estar moderándose, sobre todo por la mejora por el lado de la oferta.
Metodología
Los datos de precios se recogen online del mayor número de fuentes posible. Cavallo compara este método con el oficial: “Pensemos en el método tradicional de las oficinas de estadísticas: van a la tienda física, es un trabajo que lleva más tiempo y además se centran en un grupo de productos. Nosotros tenemos la posibilidad de coger, por ejemplo, los precios de todas las variedades de un producto y en tiempo real” apunta. Sobre la dificultad de encontrar determinados precios, Cavallo afirma que tradicionalmente han tenido más problemas con los servicios, ya que la captura online no es tan efectiva.
Su estudio de las tendencias inflacionarias se centra más en los cortos plazos. “Pienso mucho también en las dinámicas de los precios a largo plazo, pero todavía no sabemos mucho sobre algunos factores. Pensando en la transición energética, podríamos asumir que los combustibles fósiles tenderán a ser más inestables y en que podríamos tardar en percibir los beneficios de las renovables, pero en principio deberían ser fenómenos temporales de cara a la tasa de inflación. No veo en los datos ninguna evidencia de que la transición energética sea muy relevante sobre los precios: los problemas de hoy en día están más relacionados con los shocks por el lado de la oferta”, reflexiona.
Argentina y Japón
En su observación de la inflación argentina en 2023, Cavallo y su equipo observaron algunos cambios considerables a lo largo del año. “El primero fue tras las elecciones primarias, ya que hubo una devaluación. En octubre hubo otra devaluación del tipo de cambio paralelo y cuando gana Milei, dada la percepción de que su gobierno iba a liberalizar muchos precios, mucha gente los subió. Así que entre el día de las elecciones y la toma de posesión hubo un fuerte repunte” detalla. Según sus cáculos todos esos eventos ponen la inflación en una trayectoria cercana a un 400%, frente una tasa inferior al 200% de la cifra oficial. “Las cosas van a empeorar en el corto plazo, pero la economía mejorará en un año”, estima. En otros casos, como en el de Japón, considera que la inflación puede ser una buena noticia: “El BOJ no debería apresurarse a subir tipos, debería permitir esta senda de normalización”.
La larga estela de la pandemia
Cavallo mira atrás para pensar en el futuro. “Pienso en el COVID como una serie de crisis superpuestas. Por una parte, hay una crisis de salud, luego hubo una crisis de producción, luego una de precios y a lo mejor veremos una crisis de deuda, pero si hay bajadas de tipos a lo mejor no es tan grave. Para que fuera muy problemática tendríamos que hablar de que la única forma del gobierno para financiarse es a través de la impresión de más dinero (como en Argentina). Para otros países es más bien un problema de confianza en que vayan a poder financiar el nivel de deuda. Pero en general la respuesta institucional a la subida de la inflación ha sido bastante correcta”. Entre sus preocupaciones, países como Argentina o Turquía, pero también “el efecto de los eventos geopolíticos, que suelen tener un impacto rápido e impredecible en los precios energéticos”.