Cuantificando la importancia del asesor financiero en la rentabilidad que obtienen los inversores

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Fuente: Isaac Smith (Unsplash).

El ser humano se comporta como lo que es: ser humano. En el mundo de las inversiones, también. Compra y vende en el momento inadecuado, lo que tiene efectos sobre la rentabilidad final que obtiene con sus inversiones, que se ve mermada. Este sesgo es global. Se observa en todos los lugares, independientemente de donde se mire. Con una nota a pie de página importante: en aquellos países en los que la figura del asesor financiero está fuertemente arraigada, esa merma es significativamente inferior.

Morningstar lo ha plasmado en su informe Mind the Gap tras estudiar el retorno generado por los fondos de inversión en los últimos cinco años con la rentabilidad real que al final se habían llevado los partícipes. En algunos casos, el gap es muy elevado. “La regla está clara. A mayor volatilidad del fondo, mayor distancia entre la rentabilidad que refleja la ficha y la que en realidad ha obtenido el inversor”, explican Fernando Luque, editor financiero en la firma de análisis, y José García Zárate, director de Análisis de ETF en la entidad.

El problema no es el vehículo, ni la categoría

El problema no está en el vehículo. “Es algo que se da tanto en fondos de gestión activa como ETF”, revelan. Ni tampoco en una categoría concreta. “Se da en todas las categorías de fondos, pero no con el mismo nivel de intensidad”, reconocen. En aquellas donde la volatilidad es mayor, la distancia entre la rentabilidad generada por el fondo y la obtenida por el partícipe es más abultada. “El asesor financiero puede frenar tu ímpetu de invertir en los fondos que han generado una mayor rentabilidad en el pasado”, indican.

Esto se observa claramente haciendo la comparación a nivel regional. En países anglosajones, donde históricamente la implantación de los asesores financieros es mayor, esa brecha es más reducida (gráficos 1 y 2).

Ejemplo ilustrativo

El verdadero problema está en invertir mirando al espejo retrovisor. O, dicho de otro modo: en comprar rentabilidades pasadas. Se pueden analizar casos concretos que ilustran perfectamente este fenómeno. Morningstar expuso el ejemplo de lo sucedido con el iShares Clean Energy ETF de BlackRock.

La rentabilidad anualizada generada por el fondo entre junio de 2018 y junio de 2023 fue del 17%. Sin embargo, el retorno del inversor fue negativo (-3%), ya que la mayoría de los inversores entraron en el ETF después de sus fuertes rentabilidades, justo a tiempo para sufrir el posterior comportamiento negativo (gráfico 3).

El caso de los temáticos

Pero para saber hasta qué punto la influencia del asesor financiero puede ayudar al inversor a que sus sesgos conductuales no le lleven a perder dinero (o dejar de ganarlo), nada como fijarse en los temáticos.

El gap anualizado en los últimos cinco años en este tipo de productos ha sido del 4,9%. Sin embargo, dentro de esta categoría, esa brecha de rentabilidad entre lo generado por el fondo y lo obtenido por el partícipe ha sido significativamente superior en el caso de los ETF temáticos. Por ahora, los ETF temáticos no han alcanzado cifras patrimoniales que los hagan invertibles por parte de grandes inversores institucionales y su uso se restringe al inversor más retail, que opera con ellos a través de las plataformas y brokers online.

“Al ser los fondos cotizados instrumentos que funcionan como una acción, estos inversores tienen el acceso muy sencillo. El problema es que operan con ellos sin ningún tipo de asesoramiento financiero. Es prácticamente como ir al casino y se equivocan la mayor parte de las veces. Aunque el mensaje se repita hasta la saciedad y parezca que no se quiera entender, la clave del éxito a la hora de invertir se basa en tres aspectos: diversificación, simplificación y paciencia”, concluye García-Zárate.

Rentabilidades totales a cinco años, rentabilidades del inversor y gap para los fondos temáticos y no temáticos