Cuatro visiones sobre las tres citas más importantes de las próximas dos semanas

Juanedc
Juanedc, flickr, Creative Commons

Jueves caliente para los mercados. Hoy todas las miradas estarán puestas en las reuniones del Banco Central Europeo (BCE) y del Banco de Inglaterra (BoE), a las que seguirá, en apenas dos semanas, la de la Reserva Federal estadounidense. Los inversores estarán muy atentos a cualquier pista sobre la posible puesta en marcha de un programa de expansión cuantitativa por parte del BCE, por un lado, y sobre la fecha de la primera subida de tipos por parte del BoE y la Fed, por otro. Cuatro expertos de las gestoras afiliadas a Natixis Global Asset Management (NGAM) comparten sus perspectivas sobre los próximos movimientos de estos tres bancos centrales.

Cuenta atrás para el fin del QE estadounidense

“El fin del programa de compra de bonos de la Reserva Federal en octubre no será un acontecimiento relevante y prácticamente no afectará a los mercados”, declara Michael Gladchun, trader de renta fija en Loomis, Sayles & Company, quien cree que la política de comunicación de la Fed ha funcionado en este aspecto y que mercados descuentan desde hace tiempo que el programa finalizará este otoño.

“El Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) ha conseguido separar el uso del balance como herramienta política del uso de la previsión de tipos de interés”, añade Gladchun. “Los mercados ya no consideran el programa de compra de bonos de la Fed como una señal del rumbo de los tipos de interés sino que han aceptado la naturaleza de la política de tipos de interés de la Fed, que ahora depende de los datos, y se fijan en los indicadores sobre el exceso de capacidad del mercado laboral”.

Entonces, ¿cuándo podría producirse la primera subida de tipos? El consenso la sitúa en el primer o segundo trimestre de 2015 pero Philippe Waechter, economista jefe de Natixis Asset Management cree que es demasiado pronto y se inclina por la segunda mitad del año que viene. “El principal reto al que se enfrentará la Fed a la hora de normalizar su política monetaria será evitar que se repita lo ocurrido en 1937-38 cuando, tras varios años de fuerte crecimiento, la normalización de la política monetaria provocó el colapso de la actividad económica”.

Por eso, el experto descarta cualquier movimiento prematuro por parte de la Fed: “Las condiciones no apuntan hacia un fuerte aumento de la inflación, que debería superar con creces el objetivo de la Fed, del 2%, para provocar una subida de tipos. Por eso creo que la Fed se tomará su tiempo para asegurarse de que la recuperación de la economía estadounidense es lo suficientemente sólida”, concluye Waechter.

Chris Wallis, consejero delegado y gestor de renta variable en Vaughan Nelson Investment Management, ahonda un poco más en esta cuestión. “En los próximos trimestres, creemos que la inflación repuntará algo más de lo que el mercado anticipa. No hasta el punto de afectar a los activos de riesgo, como las acciones, pero sí para cuestionar la capacidad de la Fed para mantener una política monetaria tan acomodaticia”.

En opinión de Wallis, esta situación podría provocar volatilidad en la curva de tipos “que los gestores activos podrán aprovechar para construir algunas posiciones muy atractivas”. El gestor también espera que la normalización de la política monetaria presione ciertas áreas del mercado de renta variable: “Agradeceríamos un repunte gradual de la volatilidad y, de hecho, nos parece que una corrección de las bolsas del 5-10% resultaría muy saludable en este momento”.

El BCE podría tomar el relevo

Para Philippe Waechter, el fin del QE estadounidense no supondrá problemas de liquidez a nivel macro porque “existe una especie de coordinación entre bancos centrales: cuando uno deja de comprar activos, otro aumenta sus compras”, en clara referencia a la posibilidad de que el BCE ponga en marcha próximamente su propio programa de expansión cuantitativa. El experto tampoco se olvida de la nueva línea de liquidez, por valor de 400.000 millones de euros, puesta a disposición de los bancos europeos, con la condición de que empleen los fondos en préstamos a ‘agentes económicos no financieros’: “El objetivo es mejorar la financiación de las empresas. El BCE está intentando fomentar la demanda interna mediante este instrumento”.

Un objetivo hacia el que también se orienta la actual política monetaria de la institución. “En junio, el BCE rebajó su tipo de interés de referencia hasta el 0,15% y llevó la tasa de depósito al -0,10%”, unos niveles que se mantendrán, como poco, hasta finales de 2016 pero que podrían hacerlo hasta diciembre de 2018. “Esta estrategia de bajos tipos de interés durante un largo periodo de tiempo refleja unas débiles perspectivas de crecimiento (como reflejaron las cifras de crecimiento del segundo trimestre) y una inflación muy baja con riesgo de deflación. Realmente, el BCE no tiene otra opción que mantener una política acomodaticia durante un periodo de tiempo ‘muy extenso’”, concluye.

El Banco de Inglaterra mantiene la incertidumbre

“El Comité de Política Monetaria (MPC) del BoE ha indicado que empieza a inclinarse por aumentar los tipos de interés de corto plazo”, apunta Laura Sarlo, analista de deuda soberana europea en Loomis, Sayles & Company, que sin embargo no cree que la subida resulte inminente. “Los mercados están descontando una posible subida antes de final de año y una subida de 25 puntos básicos para el final del segundo trimestre de 2015. Nosotros pensamos que la política monetaria británica viene endureciéndose desde noviembre de 2013, cuando el Comité de Política Financiera (FPC) empezó a implementar herramientas que restringen las condiciones de crédito, particularmente para vivienda”.

Las presiones salariales, motivadas por el fuerte crecimiento económico y la constante reducción del desempleo, es el otro factor por el que muchos creen que el BoE subirá tipos más pronto que tarde. “Sin embargo, el crecimiento de los salarios continúa siendo moderado hasta la fecha, lo que responde, en nuestra opinión, a las señales de exceso de capacidad, como el elevado porcentaje de trabajadores temporales y a tiempo parcial que afirman que aceptarían un empleo a tiempo completo si pudiesen”. Con la inflación aún lejos del objetivo del 2%, la experta anticipa “cierta moderación de la actividad económica en la segunda mitad del año”, que podría relajar la presión sobre el BoE.