Las gestoras internacionales advierten del alto coste económico de las nuevas barreras comerciales impuestas por Washington. Los mercados descuentan menor crecimiento, más inflación y un posible giro de la Fed.
El retorno de políticas comerciales agresivas en Estados Unidos ha alterado las previsiones macroeconómicas de las principales gestoras internacionales. Tras el llamado Día de la Liberación, el impacto de los nuevos aranceles —más generalizados y profundos de lo previsto— se refleja ya en los mercados y en los modelos de crecimiento.
“Estados Unidos sufrirá, y mucho”, advierte Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers. Según datos del Yale Budget Lab que cita el experto, el arancel promedio aplicado por EE. UU. asciende ya al 22,5%, muy por encima del objetivo anunciado del 10%. Este nivel histórico marca un punto de inflexión con implicaciones severas: mayor inflación, caída del consumo y menor inversión.
Moëc anticipa un shock de oferta que reducirá el poder adquisitivo de los hogares. En sus estimaciones, la inflación estadounidense se elevará 1,2 puntos acumulados entre 2025 y 2026, hasta alcanzar el 3,6% y el 3,8% respectivamente, mientras que el PIB se desacelerará hasta el 1,3% en 2025, incluyendo dos trimestres de contracción en la segunda mitad del año. La combinación de aranceles, menor inversión y deterioro del sentimiento empresarial sugiere un contexto recesivo. En este escenario, cobra especial relevancia el papel que juegan los banqueros privados o asesores al acompañar a sus clientes en jornadas turbulentas como las actuales.
La propagación global del shock comercial
Los efectos no se limitan a EE. UU. Aline Goupil-Raguénès, estratega en Ostrum AM (Natixis IM), advierte que el impacto combinado de los aranceles y las represalias podría recortar el PIB mundial en 0,9 puntos en 2025, con efectos persistentes a largo plazo. Según sus cálculos, los hogares más vulnerables sufrirán una pérdida media de 3.800 dólares por el encarecimiento de bienes importados.
La reacción de los consumidores ya se refleja en los datos de confianza. La caída del sentimiento y la incertidumbre sobre el empleo y la inversión acentúan el riesgo de recesión al otro lado del Atlántico.
Moëc añade que Europa tampoco saldrá indemne. La pérdida de demanda estadounidense, la apreciación del euro y el deterioro del comercio exterior provocarán una recesión leve en la eurozona en la segunda mitad de 2025. Aunque el BCE podría recortar tipos gracias a la desinflación inducida por la caída de los precios energéticos, esto no bastará para compensar el shock de demanda. El impacto acumulado sobre el PIB sería del -0,8% entre 2025 y 2026.
Tarifofobia y huida hacia activos defensivos
Los mercados han reaccionado con fuerza. Tarifofobia es el término que utiliza Mike Mullaney, director de análisis de mercados en Boston Partners (Robeco), para describir la dinámica actual. “Existe un consenso negativo generalizado entre los economistas respecto a los aranceles”, explica. El temor a un frenazo en el crecimiento ha llevado a los inversores hacia activos más seguros. Prueba de ello es que, en el primer trimestre, el S&P 500 retrocedió un 4,28%, mientras que el Bloomberg US Aggregate Bond repuntó un 2,78%.
Desde una óptica más estructural, Ronald Temple, estratega jefe de mercados en Lazard, cree que la escalada fue más rápida de lo que anticipaba. “Esperaba un aumento más gradual”, reconoce. Para Temple, el daño económico será mayor, con una probable caída del consumo en bienes discrecionales a medida que los precios se encarezcan y las empresas busquen recortes de costes, incluyendo empleo.
Aunque no considera aún la recesión como escenario base, Temple reconoce que su probabilidad ha aumentado: “Podría ser una moneda al aire si el crecimiento cae por debajo de cero en 2026”. Sus previsiones apuntan a un crecimiento estadounidense inferior al 1%, un desempleo en torno al 5% y una inflación subyacente superior al 4% para finales de 2025.
Perspectivas para Europa, China y Japón
En Europa, el impacto de los aranceles se deja sentir por varios canales. Las exportaciones hacia Estados Unidos pierden competitividad. El encarecimiento de los bienes y la apreciación del euro agravan la situación. Según Gilles Moëc, la eurozona entrará probablemente en una recesión leve en la segunda mitad de 2025. Antes del “Día de la Liberación”, su ritmo de crecimiento ya era muy débil.
Los países más expuestos serán aquellos con menos margen fiscal y mayor dependencia exterior. Francia e Italia presentan vulnerabilidades claras. Alemania, por el contrario, desplegará un fuerte estímulo fiscal. Sin embargo, sus efectos se notarán principalmente en 2026. El impacto sobre la inversión y el empleo en toda la región podría ser significativo. El consumo interno también se verá afectado por la menor confianza.
La política monetaria jugará un papel esencial. Temple destaca el buen dato del IPC subyacente de marzo: 3,4%, el más bajo desde junio de 2022. Este descenso crea espacio para que el BCE recorte tipos. Según Temple, los recortes podrían ser más agresivos de lo que espera actualmente el mercado. Esto ocurrirá incluso si se mantiene el impulso fiscal previsto en países como Alemania.
Desde el plano político, la UE evalúa posibles represalias. Moëc considera que un arancel europeo del 10% a EE. UU. tendría un impacto inflacionario limitado. Sin embargo, podría mejorar la posición negociadora de la UE. Aun así, recomienda prudencia. “Es preferible hablar de represalias y preparar medidas, pero no ejecutarlas aún”, afirma. Esto evitaría que Europa sea señalada como corresponsable de una recesión global.
Reforzar la política comercial y contener el efecto dominó
En paralelo, Moëc propone reforzar la política comercial europea. Avanzar en acuerdos con Canadá, Mercosur o incluso el Reino Unido aportaría diversificación. También sugiere impulsar el comercio intrarregional. En su opinión, la UE debe contener el efecto dominó del proteccionismo global y proteger su demanda interna.
En Asia, el panorama es mixto. Los datos recientes de China y Japón han sido mejores de lo esperado. Aun así, el nuevo arancel del 54% a las exportaciones chinas limita sus perspectivas. Ronald Temple recuerda que solo el 13% de las exportaciones chinas tenían como destino EE. UU. en 2024. No obstante, el desvío hacia terceros países podría desencadenar nuevas barreras comerciales.
En el caso japonés, la última encuesta Tankan mostró resistencia. La inflación sigue normalizándose y el mercado laboral permanece ajustado. Aunque Japón se ve afectado por la tensión comercial, su economía es menos dependiente del comercio exterior. En 2024, las exportaciones representaban solo el 15,4% del PIB, y solo una quinta parte tenía como destino Estados Unidos. Según Temple, esto da a Japón mayor margen de maniobra ante la actual volatilidad.