Desde 2010, las acciones europeas de crecimiento ofrecieron una rentabilidad del 41%. Las de valor, un 16%. Henderson apuesta por ignorar enfoques de este tipo y centrarse en empresas de alta calidad.
“Dogmáticamente, seguir una estrategia de inversión enfocada puramente en el estilo ‘valor’ o en el estilo ‘crecimiento’ es peligroso y equivocado. Los gestores deben ser pragmáticos y tener capacidad de adaptación a la hora de encontrar las mejores oportunidades de inversión”. Así, al menos, lo cree Tim Stevenson, gestor del Henderson Horizon Pan European Equity Fund, quien en un artículo trata de desenmascarar el mito que, a su juicio, rodea el hecho de seguir un estilo de gestión enfocado al valor ‘value’ y al crecimiento ‘growth’.
Según explica, Europa se ha visto afectada por contratiempos políticos y un crecimiento económico anémico durante bastante tiempo, especialmente a partir de 2010, cuando la crisis global de crédito se convirtió en una crisis de deuda soberana europea en toda regla. “Desde entonces, sin embargo, las empresas europeas lo han hecho bien, con las compañías ‘growth’ superando significativamente a las ‘value’. Las acciones europeas de crecimiento ofrecieron una rentabilidad del 41% entre el 1 de enero de 2010 y el 30 de abril de 2013, mientras que las de ‘valor’ arrojaron un rendimiento del 16%, lo que supone una diferencia de 25 puntos”, revela el gestor de Henderson Global Investors.
Entonces… ¿qué ha causado esta divergencia en el comportamiento? Los índices de ‘valor’ están sesgados hacia las finanzas, las compañías de servicios públicos, energía y telecomunicaciones, compañías que tienden a generar la mayor parte de sus ingresos en Europa. Por el contrario, los índices de ‘crecimiento’ son más globales, favoreciendo industriales, empresas de consumo, tecnología de la información y las acciones de salud, segmentos en los que el crecimiento ha sido más robusto. “A menudo, existe debate entre qué compañías están dentro de un u otro segmento. La distinción es a veces borrosa, por lo que se hace difícil clasificar las acciones como de valor o crecimiento puro”, asegura.
Deutsche Post, por ejemplo, se está beneficiando de la creciente demanda de envío de paquetes, si bien algunos gestores invierten en sus acciones debido a su valoración y rentabilidad por dividendo. Por otra parte, lo que se considera crecimiento puede convertirse en valor -y viceversa - en el sector de la tecnología. “Una distinción más fácil de hacer es la que existe entre alta calidad y baja calidad. Las empresas de alta calidad se caracterizan por ser líderes de la industria y tener balances sólidos, una deuda limitada, flujos de caja sostenibles y buenos equipos directivos. Este tipo de compañías son las que creo que están en mejor situación para registrar durante los próximos años un mejor comportamiento tanto en mercados alcistas como bajistas”.