Tras meses de rumores, la semana pasada Draghi tiró de "forward guidance" para plantear el uso de estímulos cuantitativos en la eurozona para combatir la deflación. ¿Qué opinan las entidades sobre la postura del BCE?
Ya ha pasado un año y nueve meses desde que Mario Draghi pronunciase su famosa frase “Haremos lo que sea necesario por sostener el euro y créanme, será suficiente”. En aquel entonces el presidente del BCE no tomó ninguna medida concreta, pero esta intervención verbal y la credibilidad del banco sostuvieron el rally que se vio después. Desde julio de 2012, la máxima autoridad monetaria europea se ha servido en varias ocasiones de la política de visibilidad que se ha venido en llamar “forward guidance”, una herramienta a la que Draghi volvió a recurrir la semana pasada en la reunión mensual del BCE para asegurar por un lado que los tipos de interés se mantendrán en el mínimo histórico del 0,25% y, por el otro, para aclarar que todos los miembros del consejo se mostrarían unánimes si fuera necesario poner en marcha medidas de estímulo poco hortodoxas si existiera “el riesgo de un periodo demasiado prolongado de inflación baja”.
Con este mensaje, Draghi pone por fin sobre la mesa lo que muchas voces del mercado llevan reclamando desde hace meses, la creación de un programa de estímulo “a la europea” para evitar la deflación y frenar la escalada alcista del euro. Lo anticipaba en un comentario publicado previamente a la reunión del BCE Philippe Waechter, economista jefe de NAM, filial de Natixis Global AM: “Se desea un llamamiento fuerte de Draghi porque muchas declaraciones han causado confusión sobre la percepción que puedan tener los miembros del BCE sobre este asunto”. Waechter rescata unas declaraciones de Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, en las que mencionó el riesgo de deflación y la posibilidad de crear para la eurozona una versión del QE de la Reserva Federal.
El economista jefe de NAM destaca tres consideraciones a tener en cuenta sobre los niveles actuales de inflación. La primera, que el repunte del 0,5% registrado en marzo se podría atribuir básicamente al momento que han vivido las materias primas, puesto que si se toma como referencia la inflación en el trimestre la cifra es la más baja de los últimos tres años. El segundo factor tiene que ver con el proceso de reajuste que todavía está viviendo la eurozona, y que puede conducir a la deflación debido a la política de recortes en los costes laborales para recuperar competitividad. A este segundo factor se debe añadir que el euro se ha apreciado y esto también tiene influencia sobre la competitividad si se tiene en cuenta que parte de la estrategia de los países de la eurozona (entre ellos España) ha optado por incrementar sus exportaciones.
El tercer factor que señala Waechter alude a las expectativas de crecimiento en la eurozona, que cree que serán reducidas para los próximos años. “El pobre desarrollo de la concesión de crédito distribuido en la eurozona acentúa este fenómeno”, indica.
Así, una de las razones por las que Draghi por fin ha tomado partido ha sido para romper las expectativas de caída generalizada de los precios. Esta decisión también ha cumplido las expectativas de BlackRock, como explica Scott Thiel, jefe de inversión adjunto del equipo de renta fija fundamental de la gestora americana. Thiel distingue por regiones a la hora de exponer la visión de la firma respecto a la eurozona: “Mantenemos nuestro punto de vista positivo en los países de la periferia y en la actualidad preferimos expresarlo a través de España, Portugal y Eslovenia”. El jefe de inversión adjunto añade que las mayores convicciones del equipo se centran en los dos últimos países y ven recorrido aunque ya se haya producido una compresión significativa de las primas de riesgo.
Más negativa ha sido la reacción de Aberdeen al último mensaje del BCE. Luke Bartholomew, gestor de renta fija de la firma, ha afirmado que “la inacción del BCE no ayudará a la frágil recuperación de la eurozona, aunque intentar hacer algo para mantener a raya la deflación es bueno dada la dificultad para escapar en un ciclo deflacionario una vez que se ha entrado en él”. Bartholomew añade que “un periodo sostenido de inflación baja todavía sería increíblemente dañino incluso aunque no se convierta en deflación”.
“Es difícil decir cuánta de la retórica es una señal genuina de un intento de QE y cuánta es sólo un intento para depreciar el euro”, continúa el gestor de la firma escocesa. Éste interpreta que los comentarios de Draghi en la rueda de prensa posterior a la reunión “revelan su preocupación de que Europa languidezca en una estanflación prolongada, por lo que es difícil creer que él no piense que se necesita hacer más”.