Dunas Capital se refugia en la renta fija a corto plazo y usa las coberturas como paracaídas frente a futuras caídas

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Los expertos de Dunas Capital se muestran muy satisfechos del comportamiento de las carteras en 2022. Un año que la gestora terminó con captaciones netas por valor de 445 millones y un fuerte crecimiento en mandatos de gestión, hasta alcanzar en total un patrimonio en activos líquidos de 1.750 millones. Adicionalmente, los alternativos suponen unos 300 millones, una cantidad con la que se sienten muy cómodos y que esperan siga creciendo. Por lo que en total, la firma cuenta ya con 2.000 millones en activos bajo gestión. Así lo ha explicado Borja Fernández-Galiano, responsable de ventas de Dunas Capital, durante la presentación de perspectivas realizada a los medios en la que también han contado que, recientemente, han convertido toda la gama de producto en artículos 8 de acuerdo al Reglamento SFDR.

Su estilo de gestión “ha necesitado tiempo para hacer que algunas inversiones empezaran a madurar”, ha confesado Alfonso Benito, CIO de la gestora, que defiende tienen unos claros objetivos: “Buscamos una gestión patrimonialista, que poco a poco vaya subiendo. Pero, sobre todo, queremos ganar dinero pase lo que pase. Para ello, hemos diseñado los fondos con un chasis capaz de afrontar distintas situaciones”.

¿Cómo esperan el 2023?

Todo va a depender de la inflación, ha apuntado Benito. En su opinión, el mercado ya está descontando que en 12 meses estaremos en tipos del 4%. “Si Powell se mantiene en sus trece y no baja los tipos como pide el mercado, podría haber desilusiones y volatilidad en mercados”, ha avisado. Para Dunas Capital lo importante es que los tipos nominales, la inflación y los diferenciales de crédito serán más altos, junto a múltiplos bursátiles más bajos. "La economía pasará de la eficiencia a la resiliencia", ha avisado.

En principio, la firma espera una caída de la inflación general durante la primera mitad del año, pero podría repuntar al final de 2023 debido a una posible reaceleración de la economía y efectos de las subidas salariales, especialmente en Europa. Con la vista puesta, eso sí, en la guerra de Ucrania y la reapertura de China.

Por otro lado, si finalmente no se produce recesión, previsiblemente los tipos de interés estarán más altos y durante más tiempo, lo que reducirá la inversión de curva y perjudicará a los bonos de largo plazo y las acciones más sensibles a subidas de la parte larga de la curva (lo que denominan como long duration stocks).

“El mundo de la renta fija ha cambiado y vuelve a ser bastante atractiva sobre todo a corto plazo”, ha dicho Benito. De hecho, es el nicho donde la gestora se está refugiando ahora. Por otra parte, tienen coberturas que, “si por lo que sea el clima del mercado se deteriora mucho, compensarán y funcionarán como paracaídas”, ha explicado José María Lecube, director de Renta Fija de la gestora.

La finalización del Quantitive Easing (QE) ha normalizado las TIRes, pero aún podría acercarse a niveles pre-QE. También el escenario inflacionista ha afectado a la deuda High Yield, ofreciendo rentabilidades próximas a la renta variable. La rentabilidad de esta última puede verse deteriorada si finalmente se observa una caída de los márgenes empresariales y, por tanto, de los beneficios por acción. A este respecto, Benito ha lanzado la siguiente pregunta ¿merece la pena invertir en bolsa, con volatilidades mucho mayores, que en high yield? En el caso de Dunas, tienen un sesgo hacia esta última.

En cuanto a la renta variable, los expertos consideraron que los precios de las acciones aún tienen que ajustarse a la baja, ya que las valoraciones actuales todavía no reflejan la ralentización de la economía ni las condiciones de los tipos normalizados. Por sectores, el equipo gestor de Dunas Capital AM ve una clara oportunidad de invertir en empresas de redes de transporte de energía y en petroleras integradas con exposición a gas. Al mismo tiempo, se mantienen moderadamente optimistas en defensa. También encuentran valor en algunas compañías en industrias cíclicas muy castigadas por los incrementos de costes de energía, transporte y materias primas, pero con carteras de pedidos récord y valoraciones muy atractivas, en las que se espera una evolución positiva.

Lo que funcionó en 2022

En renta fija, la clave el año pasado fue "estar muy muy protegidos hasta el momento adecuado y haber implementado otras estrategias”, ha confesado Lecube. La primera fue una posición enfrentada entre la curva de bonos americana y la curva de bonos europea o alemana. “Al final, nos dimos cuenta que había una diferencia tremenda entre la yield del bono americano y del alemán. Estábamos viendo que la Fed iba a actuar de una manera más acelerada que el BCE. Esto lo implementamos con una posición larga en bonos americanos y corta en el bono alemán. Se trata de buscar actuaciones que nos permitía ganar dinero en un entorno bajista”, ha comentado.

La otra fue el spread de crédito. “Cuando el mercado se rompió, con muchos vendedores forzados y ampliaciones de los spreads de crédito, hubo oportunidades muy llamativas. Compramos bonos de crédito cuando estaban baratos, pero también cuando estaban muy abiertos y baratos el spread entre los gobiernos y la curva del interbancario en los plazos largos”, ha añadido.

Por su parte, en renta variable la estrategia fue tener cartera posicionada en empresas con alta generación de caja, evitando empresas con valoraciones poco razonables. “Empezamos el año pensando que la valoración era muy importante, encontramos algunos sectores o tendencias que, partiendo de una valoración adecuada, nos hacía tener ciertas expectativas positivas: por ejemplo, vehículos de bajas o cero emisiones, defensa (antes de la guerra entre Rusia y Ucrania) o empresas con alta exposición a gas”, ha apuntado Carlos Gutiérrez, responsable de renta variable.