El Banco de Japón sube su apuesta y amplía su programa de estímulos: implicaciones para los inversores

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Artemuestra, Flickr, Creative Commons

El Banco de Japón ha sorprendido a los inversores ampliando su programa de estímulos en 20 billones de yenes, hasta los 80 billones al año. Este movimiento significa que la autoridad monetaria comprará ahora un 60% más de bonos y triplicará sus compras de valores en los próximos meses. El gobernador, Haruhiko Kuroda, ha hecho alusión a la débil demanda japonesa, desde la subida de impuestos al consumo en abril, como una de las razones para adoptar esta medida. También existe preocupación sobre que una demanda doméstica más débil, junto con el colapso de los precios del petróleo, lleven a un resurgimiento de la deflación que el Banco de Japón está tratando de disipar.

Justo unas horas después del anuncio del Banco de Japón, vino el esperado anuncio del posicionamiento de la cartera del Fondo de Pensiones del Gobierno. Tal y como recuerdan desde J.P.Morgan AM, el fondo ha anunciado una reducción de su posición en bonos gubernamentales japoneses del 60% al 35%. Además, ha doblado su nivel de renta variable doméstica del 12% al 25%. “Con alrededor de 1,2 billones de dólares en activos, los movimientos del fondo son lo suficientemente grandes como para producir un impacto en el mercado por sí solo. Sin embargo, el impacto real podría venir del efecto que tiene que otros inversores domésticos que tradicionalmente se fijen en el Fondo de Pensiones del Gobierno para guiar la distribución de sus propios activos”.

Por ahora, los mercados han reaccionado positivamente a estos anuncios, con el Nikkei registrando ganancias del 5% y tocando máximos de 7 años. El yen, por el contrario, caía con fuerza frente a las principales divisas y cotiza en mínimos de 7 años frente al dólar, después de un descenso del entorno del 2%. ¿Qué significa todo esto para los inversores? Como consecuencia de estos acontecimientos, en J.P.Morgan AM creen que las perspectivas para la renta variable japonesa son prometedoras. “Hay una fuerte correlación entre un yen débil y una subida del Nikkei. Si el Banco de Japón continúa expandiendo agresivamente su balance en los próximos meses, podría llevar al yen a niveles más bajos y animar al Nikkei. Además, la redistribución del Fondo de Pensiones del Gobierno a favor a la renta variable debería ayudar también al Nikkei el próximo año”.

Analizando los múltiplos a los que cotiza la Bolsa nipona, resulta paradójico que, a pesar del estallido de la burbuja especulativa hace más de 20 años, el mercado de renta variable japonesa se ha mantenido caro mucho tiempo con respecto al estadounidense o el europeo. Pero ahora el Topix cotiza en torno a 13,7 los beneficios previstos los 12 próximos meses frente a las 14,1 veces del Stoxx Europe 600 y de las 15,6 veces del S&P 500. Asimismo, la volatilidad implícita del Nikkei se sitúa en un nivel bajo (en torno al 16%), muy cerca del nivel del EuroStoxx 50.

El estado de las empresas japonesas

Parece, por tanto, que la visión de los inversores con respecto a la bolsa japonesa podría mejorar. Durante la mayor parte del año, a la hora de tomar decisiones, los inversores en renta variable japonesa se han centrado en los datos macroeconómicos, y especialmente en el impacto negativo de la subida de impuestos aprobada en abril. A pesar de los débiles datos económicos en Japón, Nathan Gibbs, gestor de fondos de renta variable japonesa de Schroders, considera que los beneficios de las compañías continúan creciendo. “Incluso con un mercado laboral más complicado y un aumento de los salarios, para las empresas cotizadas en general las condiciones probablemente seguirán siendo favorables al crecimiento continuo de los beneficios”, asegura el experto.

En esta misma idea escarba Nicholas Price, gestor del FF Japan Aggressive Fund, quien considera que, pese a los malos datos publicados recientemente en Japón, como el PIB general y las cifras de producción industrial, la bolsa nipona ha registrado un buen comportamiento en el segundo trimestre, con los inversores extranjeros volvieron a ser compradores netos. “La atención de los inversores ha pasado de las políticas macroeconómicas a los fundamentales de cada empresa y su potencial de incremento de los beneficios”. En este sentido, el experto señala que los beneficios empresariales han sido sólidos, teniendo en cuenta que los resultados de las empresas del Topix crecieron un 2% trimestral y un 3% interanual durante el segundo trimestre.

“Está claro que son los beneficios los que impulsan las cotizaciones, no el PIB. Los estudios de CLSA –broker de renta variable asiático focalizado en operaciones institucionales- revelan que la desconexión entre el PIB y los beneficios no es un fenómeno nuevo en Japón, ya que los cambios en el PIB durante los últimos 20 años sólo explican un 2% de la variación de los beneficios durante el mismo periodo”, afirma el gestor de Fidelity Worldwide Investment. Uno de los motores clave de crecimiento de las acciones japonesas en el plano interno es el gobierno corporativo y la eficiencia del capital. A pesar de su vitola de innovadoras en productos, las empresas japonesas han registrado en general una trayectoria relativamente pobre en beneficios y creación de valor para el accionista.

Según el experto, la Revisión Ito de la Competitividad y los Incentivos para un Crecimiento Sostenible publicado el pasado mes de agosto ha puesto de relieve que las empresas japonesas mostraron niveles de apalancamiento y rotación de activos similares a los de EE.UU. y Europa, pero unas rentabilidades sobre ventas y sobre el capital considerablemente más bajas. De hecho, la mayoría de las empresas japonesas registran ROE inferiores al coste medio del capital, que se cifra en el 6-7%. Por otro lado, la deflación que se vive desde la década de 1990 ha llevado a las empresas a acumular tesorería en sus balances. “Un objetivo clave de la política económica de Abe es activar este efectivo, tanto para reinversiones eficientes en el negocio como para mejorar las rentabilidades para el accionista. Los nuevos códigos de administración y gobierno corporativo están diseñados para cambiar el comportamiento de las empresas japonesas”.

Las exportadoras ganan en este entorno

A este respecto, Adrian Hickey, director de renta variable japonesa y gestor del Pictet Japanese Equity Opportunities, asegura que la debilidad del yen proporciona un empujón extra al crecimiento de beneficios. “Electrónica de consumo, maquinaria y automoción se benefician de la recuperación de la demanda externa (especialmente por parte de EE.UU) y de un yen más débil, mientras que las empresas más dependientes de la demanda interna, como el sector inmobiliario, han continuado rezagadas. De hecho, las acciones más rentables en el último trimestre son las que se benefician más de la depreciación de la divisa, especialmente en industrias de crecimiento, como componentes de gama alta para smartphones y tabletas, como Murata o demanda de equipos de automatización para fábricas, como Fanuc”, señala el experto de Pictet AM.