El oro marcó su nivel mínimo en cinco años en los 1.085 dólares por onza el pasado 5 de agosto. Desde entonces, el metal acumula un tímido rebote, cercano al 3%, pero que le ha bastado para alejarse de la cota psicológica de los 1.000 dólares. Quince días después de que comenzara la recuperación, cabe preguntarse si los días anteriores hasta el 5 de agosto fueron un buen punto de entrada para obtener exposición a esta commodity a un precio atractivo. Uno de los que han pensado que sí ha sido el famoso inversor Marc Faber, que tiene por costumbre asignar en torno a un 25% de su cartera al metal amarillo.
La publicación Citywire se hace eco de esta decisión; el gestor había recortado la exposición al oro por debajo del 20% al observar las caídas del oro frente a las subidas de otros activos, para declarar posteriormente en la semana del 11 de agosto que había vuelto a comprar oro físico como protección frente a ventas en otros activos, con la intención de volver a alcanzar el 25% de la cartera.
Componentes de la última corrección del oro
Guy Wagner, director de inversiones de BLI, ha identificado varios signos indicativos de ventas en el oro. El primero, que las posiciones largas de inversores especulativos en el mercado de futuros de Nueva York batieron mínimos que remiten a diciembre de 2011, mientras que las posiciones cortas sobre el metal batieron un máximo histórico (20,6 millones de onzas en corto frente a largos en 1,8 millones de onzas). El segundo indicio es que las reservas de oro físico de los ETF han caído hacia la mitad de lo que eran. Y en tercer lugar coloca a la caída de la demanda procedente de China, junto con la caída de sus mercados tanto continentales como en Hong Kong, lo que podría haber obligado al país a vender parte de sus reservas.
“El factor clave detrás de los movimientos del oro, sin embargo, todavía parece ser la posibilidad de una subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal en otoño, un movimiento que el mercado considera elevadamente probable”, matiza Wagner. Éste recuerda que, históricamente, el metal precioso también ha cumplido la función de ofrecer protección en el largo plazo contra la inflación, por lo que generalmente su precio sube cuando el miedo a una inflación excesiva esté al alza, “algo que no está sucediendo en este momento”, apostilla el experto.
Wagner recuerda que el oro suele pesar entre un 5% y un 10% en la cartera de uno de los fondos estrella de su firma, el BL- Global Flexible (actualmente pesa el 6%), y que la asignación suele implementarse a través de inversiones en compañías mineras de alta calidad. “La decisión de una asignación estratégica a oro está basada en nuestra evaluación del entorno económico y el sistema financiero global, de los que todavía pensamos que están excepcionalmente frágiles” añade el experto, por lo que justifica la exposición a esta materia prima como una forma de protección. En su opinión, no se ha activado en los últimos meses el papel del oro como activo refugio porque las últimas crisis “no han sido mucho más que turbulencias menores”. “El tipo de crisis para las que consideramos que el oro puede ser una protección están basadas en la pérdida de confianza en el papel moneda. Tal tipo de pérdida no puede identificarse (¿todavía?) en el momento presente”, concluye Wagner.
El colapso del oro es una advertencia
Quien mejor puede hablar sobre la evolución de las mineras de oro son los expertos de Market Vectors; esta firma, perteneciente a Van Eck, ha sido pionera en el lanzamiento de ETF que replican el comportamiento del oro y de las mineras de oro. Joe Foster, estratega de la compañía, afirma que las acciones vinculadas al oro pueden estar sumidas “en el peor mercado bajista de todos los tiempos”, o al menos “en el peor desde que se liberalizó la cotización del oro en la era post Bretton-Woods”. En consonancia, el ETF Market Vectors Junior Gold Miners Index se desplomó un 19,7% en el último mes.
Para apuntalar esta afirmación, Foster comenta que el índice Barron’s Gold Mining Index ha atravesado seis mercados bajistas desde 1971, con caídas entre el 53,8% y el 79,3% registrado actualmente. La duración de este último ciclo bajista está siendo de 51 meses, lo que le clasifica como el tercero más largo de la historia (el más largo fue de 64 meses).
De caer la onza por debajo de los 1.100 dólares otra vez, el estratega cree que a las mineras no les quedará más remedio que aplicar más austeridad, en un momento en el que todavía sigue notándose sobre esta industria los ajustes de los últimos años. “Esperamos recortes mayores en los gastos generales y administrativos, en exploración y en los dividendos”, comenta. También prevé que los proyectos que requieran una inversión de capital se reduzcan o pospongan. En consecuencia, en Market Vectors han posicionado sus fondos para reflejar la caída de los precios, invirtiendo mayoritariamente en compañías que son rentables hasta los 863 dólares por onza.
Dicho esto, el experto puntualiza que el lingote de oro ha sido capaz de recuperarse desde caídas de grandes dimensiones del índice, comprendidas entre el 33,7% y el 56,2%. La actual es la segunda mayor caída del indicador, del 44,2%. De hecho, puntualiza que la última vez que el índice de Barron’s cotizó a niveles tan bajos como los actuales dio paso al comienzo del último mercado alcista, que se originó en 2002, con el oro cotizando a 280 dólares la onza. Esto le lleva a concluir que “aunque siempre existe el potencial de mayores pérdidas, se sugiere que el mercado bajista está capitulando y que podría estar en el horizonte un punto de inflexión”.
“Lo que creemos es que muchos observadores del mercado no se están dando cuenta de que el oro está retransmitiendo un aviso”, continúa Foster, que añade: “Es la antítesis de una burbuja eufórica del mercado. El colapso del oro es la expresión del mercado de una complacencia extrema hacia el riesgo financiero sistémico. Se ha rehuido al oro como activo refugio universal porque hay una confianza desenfrenada en la habilidad de la Fed para dirigir a la economía hacia una salud duradera, como evidencian la fortaleza del dólar, de la bolsa americana y la demanda de Treasuries”.