Recesión: ¿qué es y por qué los mercados la temen tanto?

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uruss, Flickr, Creative Commons

Hace apenas unos meses, el mayor miedo del mercado era que se produjera a nivel mundial una estanflación o lo que es lo mismo, una desacaleración económica con una inflación al alza. Ahora el miedo ha cambiado. Lo que temen los inversores y lo que empiezan a cotizar los mercados es que el mundo se enfrente a una nueva recesión apenas dos años después de la última provocada por la irrupción de la pandemia del coronavirus.

"La guerra en Ucrania, los confinamientos en China, los trastornos de la cadena de suministro y el riesgo de estanflación afectan el crecimiento. Para muchos países, será difícil evitar la recesión", ha afirmado recientemente el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass. Es por ello que en esta entrada del Glosario queremos tratar el concepto de recesión, los tipos que hay y qué impacto suele tener en los mercados.

¿Qué es una recesión?

Se considera una recesión a la reducción drástica de la actividad económica medida en términos de PIB en tasa interanual. La clave es que esa caída se produzca de una forma generalizada y durante un prolongado periodo de tiempo. Que éste sea más o menos largo marcará la dureza de la recesión y, por tanto, la mayor o menor dificultad para remontarla.

¿Qué tipos de recesión hay?

Precisamente, y aunque de forma generalizada se sigue hablando más de desacaleración que de recesión, al menos en las previsiones a corto plazo, sí se empieza a mencionar la posibilidad de que algunos países se enfrenten a lo que se llama recesión técnica. Es decir, cuando se registran contracciones del PIB (Producto Interno Bruto) a nivel nacional, durante dos trimestres consecutivos.

De momento, hace unos días se conoció el dato de PIB de EEUU. Cayó un 1,5% en el primer trimestre, más de lo esperado y dio un plus de protagonismo a ese miedo a una recesión en la que es la primera economía mundial.

La duración, si es más técnica o más profunda, no es lo único que determina el tipo de recesión. También está la forma en la que llega y la forma en la que se va. Son las famosas letras de las que tanto se habló en la última recesión mundial provocada por el COVID: L, W, V, U…

Las pistas que pueden hacer descontarla

¿Cuándo llegará si es que llega? Esa es la gran pregunta que se hace a los economistas en estos días pero lo cierto es que nadie es capaz de saberlo, aunque sí hay indicadores que pueden dar alguna que otra pista. Por ejemplo, desde Clearbridge, parte de Franklin Templeton, elaboran un estudio al que llaman Anatomía de una recesión en el que estudian la posibilidad de que se produzca una contracción económica en EE.UU. a partir de los datos macro, financieros y de sentimiento de mercado. Pues bien, en su última revisión realizada a mediados de junio concluyen que apenas dos de los once datos que analizan muestran signos de recesión.

La inflación, clave en este momento

Hay también otro dato que es el que aumentará o disminuirá las posibilidades: la inflación. Al fin y al cabo, es lo que ha llevado a los bancos centrales a acelerar el fin de las política de tipos al 0% y es lo que puede provocar que aumenten su agresividad en esa retirada con el riesgo de que tensen tanto la cuerda que acabe por estrangular a una economía que cada vez crece menos. "Vemos un elevado riesgo de recesión en los próximos dos años, lo que refleja un mayor potencial de tumultos geopolíticos, una inflación obstinadamente alta que reduce la renta real disponible de los hogares, y la intensa atención de los bancos centrales a la lucha contra la inflación en primer lugar, lo que eleva el riesgo de accidentes financieros además del fuerte endurecimiento de las condiciones financieras ya observado”, afirma Joachim Fels, asesor económico de PIMCO.

Impacto en los mercados financieros

A la espera de ver si la desaceleración económica que ya se está viendo en varios países acaba por convertirse en recesión, más o menos profunda, no está de más recordar que muchos expertos piden calma al considerar que incluso en el caso de producirse, con los datos que se tienen hasta hoy, podría ser asumida mucho mejor que en recesiones pasadas.

"Al haber acumulado un exceso de ahorro del orden del 10% del PIB en la mayoría de las economías avanzadas durante la pandemia, los hogares podrían consumir su colchón de ahorro, lo que llevaría a una desaceleración gradual y, muy probablemente, a un endurecimiento monetario más contundente", afirma Silvia Dall' Angelo, economista en Federated Hermes.

Además, según recuerdan en Morgan Stanley, en esta ocasión la recesión de produciría en un clima de alta liquidez debido a los estímulos monetarios fiscales que se han aprobado en los últimos años para combatir los efectos del Covid19, y no de deuda como se vio en el pasado. "La diferencia es importante para los inversores. Históricamente, el daño a las ganancias corporativas tiende a ser más modesto durante las recesiones impulsadas por la inflación", apunta. Y da ejemplos. "Durante las recesiones impulsadas por la inflación de 1982-1983, cuando la Reserva Federal elevó su tipo de interés oficial al 20%, y de 1973-1974, cuando el tipo alcanzó el 11%, los beneficios del S&P 500 cayeron un 14% y un 15%, respectivamente. Esto se compara con las caídas de beneficios del 57% durante la Gran Crisis Financiera y del 32% durante el crack tecnológico", explican.

Por su parte, Olivier de Berranger, director de inversiones y director de gestión de activos de la gestora francesa La Financière de l’Echiquier, incide en que "los precios de los activos bursátiles ya han caído con fuerza y descuentan una recesión moderada". Y subraya que "el sistema bancario no debería situarse en la primera línea de fuego; nada que ver, por tanto, con el hundimiento del sistema financiero en 2008".