Desde un punto de vista económico, EE.UU. está claramente en mejor forma, con una previsión de crecimiento del PIB del 2,3% en 2012, mientras que en Europa se espera un ligero retroceso, según el consenso de Bloomberg. EE.UU. goza de las ventajas de un mercado de trabajo más flexible —existe una mayor facilidad para contratar y despedir a personal— y de una política monetaria muy expansiva. Además, existen problemas como el de la enorme deuda pública que no se están abordando de manera inmediata, sino que se están posponiendo para que los solucionen las generaciones futuras. Se ha recapitalizado a los bancos y parece que la economía marcha mucho mejor.
Entre tanto, en Europa, el panorama económico está dominado por bancos y gobiernos desbordados por la deuda, un elevado desempleo juvenil y una inacción política fruto de la defensa de los propios objetivos nacionales. No obstante, existen señales de que los principales problemas están empezando a abordarse. El BCE ha demostrado que está dispuesto a adoptar medidas excepcionales para estabilizar los mercados de deuda pública y el mercado bancario mediante sus operaciones de refinanciación LTRO I y II; además, no sería de extrañar que acometiese una tercera ronda de financiación si la situación se deteriorara de nuevo. Esto ha permitido ganar un tiempo —unos tres años aproximadamente— que los bancos deberán emplear de manera inteligente.
El mercado también ha mostrado su preocupación sobre el apretado calendario electoral. En Europa, la política puede ser un asunto de alta importancia o una molesta distracción: por un lado, el gran desencanto provocado por la incapacidad que han demostrado los anteriores gobiernos a la hora de tomar medidas decisivas para mejorar la situación ha favorecido el ascenso de facciones de corte radical, tanto de izquierdas como de derechas; por otro, existen pocas alternativas en el actual modelo económico para llevar a cabo iniciativas muy distintas a las de otras economías desarrolladas del resto del mundo (no sólo europeas). Por lo tanto, el cambio de gobierno en Francia podría resultar positivo, especialmente si el debate en Europa deja de centrarse en la «austeridad» para abordar el «crecimiento», sin dejar de reconocer la necesidad de reducir la deuda a medio plazo. Una de las herramientas que Europa podría utilizar en este sentido es la debilitación del euro, lo que supondría una ayuda para los exportadores de la zona, ya de por sí fuertes (Europa exporta más a los países emergentes que EE.UU.)
Asimismo, las autoridades han empezado a adoptar medidas para mejorar algunas de las leyes laborales que han tenido un resultado completamente opuesto al que buscaban sus impulsores. Han contribuido a destruir puestos de trabajo, en lugar de conservarlos. La flexibilidad laboral es imprescindible en un mercado globalizado, de lo contrario, todos los puestos de trabajo se trasladarán a EE.UU. y Asia. Los problemas estructurales en Europa —ya sea la elevada deuda pública o la falta de flexibilidad del mercado laboral— están empezando a abordarse lentamente.
Además, Europa podría beneficiarse de la buena marcha de la economía estadounidense. Los índices PMI de EE.UU. y Europa (que miden la actividad económica) han evolucionado, por lo general, a la par. En nuestra opinión, el hecho de que las dos regiones sigan estando económicamente vinculadas y que Europa vaya abordando gradualmente sus problemas debería conducir una vez más a la convergencia de estas dos regiones.
De modo que, aunque actualmente el análisis macroeconómico favorezca a Estados Unidos, Europa no es el desastre económico que muchos quieren hacer creer. Cuando descendemos al nivel microeconómico (dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a analizar empresas porque creemos que constituyen el factor determinante de la rentabilidad a largo plazo), observamos que los resultados están mucho más equilibrados; los inversores que elijan de manera inteligente sus valores obtendrán interesantes rentabilidades en ambos mercados. De hecho, los resultados empresariales más recientes han reforzado mi opinión de que muchas empresas multinacionales radicadas en Europa presentan un fuerte potencial y una gran capacidad de liderazgo.
La lista incluye a compañías como SAP, BMW, Burberry, Luxottica y Elekta. Actualmente, muchos inversores creen que SAP es una empresa que ofrece una gama de productos de software de gestión muy superior a la de su rival estadounidense Oracle. BMW es uno de los fabricantes de automóviles y motocicletas de más éxito a nivel mundial. Con BMW, MINI y Rolls-Royce, el Grupo BMW cuenta con tres de las marcas de lujo más fuertes de la industria automovilística. Asimismo, Burberry es una de las marcas de lujo más conocidas que ha registrado elevadas rentabilidades y un importante crecimiento en Asia. Europa también cuenta con grandes empresas en el sector de la atención sanitaria: Elekta ha demostrado su liderazgo en los campos de la ciencia y la tecnología consiguiendo avances clínicos en el tratamiento de pacientes con cáncer.
Todo lo anterior pone de manifiesto dos elementos cruciales que constantemente recordamos a los clientes que están considerando invertir en los mercados europeos: paciencia y criterio selectivo. La primera, porque la inversión en el cambio lleva tiempo y el segundo porque aquellas empresas que no logren cambiar se quedarán muy rezagadas.
Tim Stevenson, director de renta variable europea de Henderson Global Investors, gestiona el Henderson Horizon Pan European Equity Fund, un fondo con activos por valor de 1.700 millones de euros.