Entrevista a José Camiña, Asociado, Real Estate

Ya hemos visto como el inmobiliario, en el ámbito privado, puede ser un sector refugio frente a mercados volátiles, pero hay que recalcar que esta resiliencia puede incrementarse aún más si somos capaces de implementar estrategias de inversión adecuadas. Son, fundamentalmente, dos los mitigadores de riesgo a la hora de invertir en activos considerados de baja liquidez como el inmobiliario: la elección de activos prime y la diversificación. El primero, aun siendo evidente, nos limita a rentabilidades ajustadas, mientras que el segundo, nos permite exponernos a activos con mayor potencial de retorno, al tiempo que diluye los niveles de volatilidad y riesgo.

Podemos diversificar de distintas maneras: por clase de activo (residencial, industrial, comercial, hotelero, etc.), por ubicación (en un único país o en varios), por fase de madurez del activo (edificio alquilado o una parcela de terreno para promover), etc. Sin embargo, lo que siempre será común en cualquier estrategia de diversificación es que habrá que crear una cartera, lo más amplia y variada posible. Es obvio que la creación de una cartera requiere de una gran capacidad financiera, que no está al alcance de todos los inversores, por eso resulta conveniente invertir a través de fondos o vehículos de inversión colectiva, cuyo volumen permita esta diversificación.

Por último, señalar que además de diluir el impacto que una mala inversión pueda tener en el conjunto de un portfolio, invertir de manera diversificada también nos ayuda a ser más eficientes a la hora de manejar los tiempos. Hay un alto componente cíclico en las tendencias inmobiliarias, y carteras diversificadas y amplias permitirán mayor flexibilidad y eficiencia a la hora de seleccionar qué comprar o vender en cada momento.