La inflación y sus consecuencias: la pregunta que más se repite en las reuniones de las gestoras con sus clientes

Asesor Manos
Foto: Nik MacMillan, Unsplash

Es el tema del momento. No hay reunión entre una gestora y su cliente en la que no se hable de ello. Nos referimos, cómo no, a la inflación. Y, más concretamente, a su evolución. Porque, evidentemente, su comportamiento tendrá un impacto significativo sobre los mercados, especialmente de renta fija. ¿Estamos ante un repunte transitorio del índice de precios debido a la reapertura económica? ¿O nos tenemos que preparar para un entorno con unos niveles de inflación más elevados? “Esta es la pregunta clave en boca de muchos inversores que buscan apuntalar sus exposiciones a la renta fija frente al potencial de inflación y la volatilidad de los tipos”, reconocen desde BlackRock.

Y es lógico porque, tal y como explica Seema Shah, estratega jefe global de Principal Global Investors, “la inflación lleva muchos años en niveles reducidos, por lo que muchos inversores no están preparados para los efectos que podría tener en sus carteras”.

Lo que en realidad está pasando

Con los datos en la mano, de momento, sin tener en cuenta productos y servicios sensibles al estado de pandemia (tarifas aéreas, alojamiento, vehículos usados, alquileres de automóviles, televisores, juguetes y computadoras personales), la inflación apenas ha repuntado. Además, hay pocos indicativos que hagan presagiar o prever un aumento de los salarios. Ahora bien: los consumidores estadounidenses tienen muchos ingresos disponibles, pues han acumulado dos billones de dólares en ahorro.

“Hay desequilibrios potencialmente inflacionarios entre oferta y demanda. Las pequeñas empresas han subido los precios al ritmo más rápido en décadas, lo que parece indicar que el aumento en EE.UU. no es sólo un efecto de base. Si tan solo un tercio se gasta en servicios, gran componente del IPC, es posible que la inflación subyacente llegue a situarse entre 3,5 y 4 % en dos años. Para las acciones el punto dulce de inflación es entre el 1% y el 3%”, recuerda Luca Paolini, estratega jefe de Pictet Asset Management.

La visión de las gestoras

En general, las visiones de las gestoras apuntan a que los inversores deberían empezar a contar con unos niveles de inflación más elevados de los que hemos en el pasado. Para Chris Iggo, director de Inversiones Core en AXA Investment Managers, su repunte parece que se trata de algo más que temporal. “Los inversores deben comenzar a prepararse para tipos de interés más altos, aunque será una transición lenta. No debe cundir el pánico, ya que el cronograma muestra, al menos, otro año de tipos de interés sin cambios”. Desde el BlackRock Investment Institute también van en esa dirección.

Más allá del carácter transitorio del actual repunte de la inflación vinculado a la dinámica de la reapertura, que podrían tener un carácter transitorio al estar producidos por los cuellos de botella de las cadenas de suministro, desde el Instituto auguran que la inflación aumentará de forma constante a medio plazo, ya que la política monetaria acomodaticia permite que la economía estadounidense se caliente. No hay que olvidar que la inflación estadounidense sorprendió al alza en el mes de abril. Subió un 0,9%. La básica lo hizo un 0,8%.

Cambios en las matemáticas de la inflación

Esto cambia de forma sustancial las matemáticas de la inflación. “Aun cuando la tendencia mensual de la inflación se desacelere al 0,15%, ligeramente por debajo de la tendencia previa a la pandemia, pensamos que la variación anual del IPC subyacente (que excluye los precios de los alimentos y la energía) se situará por encima del 2,5% al menos durante el próximo año. Es muy probable que la tendencia mensual se sitúe muy por encima del 0,15% en los próximos meses”, explica Jeremy Cunningham, director de Inversiones de Capital Group.

A su vez, ello implica que el aumento interanual del índice de gastos en consumo personal podría acelerarse por encima del 2,25% y mantenerse en ese nivel durante un periodo de tiempo prolongado. En definitiva, nos encontramos en el objetivo de inflación de la Reserva Federal. Y ello incrementa la probabilidad de que la autoridad monetaria americana decida reducir sus programas de compras de activos antes de lo previsto. “Así, los rendimientos del tramo medio de la curva (los títulos del Tesoro a cinco y siete años) deberán aumentar para reflejar esta mayor probabilidad. Todo ello podría adelantar la subida de tipos de interés, que en la actualidad se prevé, como mínimo, para 2023”, alertan.

Renta variable

En renta variable, las expectativas de aumento de la inflación y el incremento de los rendimientos provocaron un cambio de tendencia en el mercado. El growth ha superado al value desde la crisis financiera mundial, pero los inversores han comenzado a rotar hacia sectores cíclicos y compañías de valor. “En un entorno de recuperación económica, este cambio de tendencia tendrá más recorrido”, afirma Shah.

De acuerdo con la experta de Principal, el aumento de la pendiente de la curva de tipos ofrece un entorno favorable. Especialmente para el sector financiero. En este escenario, las compañías de menor calidad también se han visto favorecidas por las medidas de estímulo. Podrían crecer en un entorno mundial de sólido crecimiento, respaldo de los bancos centrales y la recuperación de la inflación.

Renta fija

Al contrario de lo que muchos piensan, la inflación no perjudica a todas las clases de activos de renta fija. Históricamente, la deuda de alto rendimiento, los préstamos bancarios y los títulos del Tesoro estadounidense protegidos contra la inflación han ofrecido cierta protección del poder adquisitivo.

“El high yield suele comportarse de forma similar a la renta variable, ofreciendo buenos resultados en entornos de sólido crecimiento. Las estructuras de tipos variables, como muchos préstamos bancarios o títulos preferentes, ajustan sus tipos de interés de forma periódica y pueden ofrecer oportunidades a los inversores. Y los TIPS también han resultado favorables en periodos de inflación elevada o de aumento de la inflación, por lo que su inclusión en las carteras de inversión podría contribuir a reducir el riesgo de pérdida del principal”, subraya la experta.

Activos alternativos

La exposición a productos alternativos se puede enmarcar dentro de tres categorías: potenciadores de rentabilidad (clases de activo como la deuda privada o el private equity), reductores del riesgo (como el efectivo y los fondos de fondos de inversión libre) y activos reales (como las materias primas y los bienes inmuebles).

"Las estrategias que se centran en la rentabilidad real ganan atractivo cuando se ralentiza el crecimiento nominal. Los fondos fiduciarios de inversión en bienes inmobiliarios (REIT) son de los primeros en participar en una expansión cíclica. Aunque los activos reales pueden mostrarse volátiles considerados de forma independiente, un enfoque multiactivo permite a los inversores aprovechar el potencial de diversificación y rentabilidad total, así como mitigar el impacto de la inflación en las carteras”, concluye.