La rebaja de rating a EEUU: el presagio de una nueva era

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Joel Filipe (Unsplash)

En un reciente artículo sobre la rebaja de rating de EEUU, Mohamed El-Erian, uno de los gestores estrella de Pimco, asegura que lo ocurrido es "una señal clara y fuerte de la erosión del poder económco de EEUU" y la aceleración de una evolución hacia un sistema multipolar, si los políticos estadounidenses no lo impiden. Además, destaca que tras EEUU, S&P podría atacar la calificación de otros países como por ejemplo Francia.

Lea todo el artículo completo y traducido a continuación:

Habrá un debate interminable sobre si Standard & Poors, la agencia de calificación, puede justificar  haber arrebatado la calificación de Triple A a América y –añadiendo insultos a la injuria- incluso haber fijado una perspectiva negativa a la nueva calificación de AA+. Pero esta acción histórica ha tenido lugar, y el sistema global debe ajustarse ahora.

No hace mucho tiempo, se consideraba impensable que Estados Unidos podría perder su Triple A. “Libre de riesgo” y “bonos del Tesoro de EEUU” eran términos intercambiables -tanto que el sistema financiero mundial estaba basado en el supuesto de que la Triple A de Estados Unidos era una constante y no una variable.

Los mercados financieros globales están abiertos a una nueva realidad. Hay consecuencias inmediatas de funcionamiento, desde una recodificación de los riesgos y sistemas de trading hasta una evaluación de los colaterales y la gestión de la liquidez. Los segmentos importantes del mercado serán seguidos de cerca, incluyendo el complejo mercado de dinero y la reacción de los mayores acreedores extranjeros de Estados Unidos.

En la economía real, los costes del crédito para casi todos los prestatarios de Estados Unidos serán mayores con el tiempo, y los espíritus animales, ya maniatados por la debacle del techo de deuda, se desanimarán de nuevo –lo que supone otro viento en contra para el crecimiento y el empleo-. Es concebible que, S&P, después de haber actuado en Estados Unidos, se sienta animado a buscar a al menos otro miembro del distinguido club de la Triple A para una posible rebaja.

Si esto llegara a materializarse y afectara a un país como Francia, que sería una posibilidad aunque no una certeza, podría complicar los esfuerzos de Europa por rescatar a los países de su periferia. El papel de las agencias de calificación también se pondría bajo escrutinio, poniendo sobre la mesa la cuestión de quién califica a las agencias de calificación. La acción de  S&P probablemente unirá a Europa y Estados Unidos en un esfuerzo por frenar a estas entidades.

Los gobiernos tendrán un mejor equilibrio entre la supervisión reguladora y la concesión a las agencias de tanto poder monopolizado de influencia. Esto forzará a los inversores a hacer lo que deberían haber estado haciendo durante años: realizar su propia “due diligence” en lugar de depender de terceros. Luego están los efectos sistémicos más amplios. Con Estados Unidos ocupando el núcleo  del sistema financiero mundial, la bajada del viernes erosionará con el tiempo el estatus de los bienes públicos que suministra –desde el dólar como la divisa de reserva mundial hasta sus mercados financieros como el mejor lugar para que otros países depositen sus ahorros-.

Esto debilitará la eficacia de Estados Unidos como ancla global, acelerando la inestable migración hacia un sistema multipolar. Hay una cuestión difícil de analizar: ¿podrá el sistema mundial reanudar las operaciones de forma estable con una calificación de AA+ en América o son inevitables más cambios estructurales? Esto último implicaría la proliferación de acuerdos de pago bilaterales, una gobernanza global más débil y un mayor riesgo de fragmentación económica. Muchas de esas consecuencias serán anticipadas en la medida en que no existe otro país que pueda sustituir a Estados Unidos como epicentro del sistema mundial.

Por otra parte, hay un resquicio para la esperanza, ya que la rebaja puede servir como una llamada de atención para los políticos de EEUU. Es una señal clara y fuerte de la erosión del poder económico de Estados Unidos y su posición mundial, lo que hace urgente la recuperación de la iniciativa a través de mejores políticas económicas y de una gobernabilidad más coherente. Desafortunadamente, hay un riesgo de que las diferentes fracciones políticas utilicen la acción de S&P para reivindicar sus creencias políticas. Los demócratas sostendrían que el reciente sabotaje político republicano dejó sin elección a S&P, mientras que los republicanos argumentarían que el gasto público irresponsable por parte de los demócratas es el culpable de la situación actual. Ya se vieron teatros durante el fin de semana sobre quién perdió la triple A del país.

Por el bien del país y la economía mundial en general, ambos partidos deberían resistir la tentación de discutir. En vez de hacerlo, deberían aprovechar este potencial “momento Sputnik”-un golpe visible en la psique de la nación que unifique a los estadounidenses en torno a una visión común y un renovado sentido del propósito-. Todo, para detener el deterioro gradual y secular de su economía, devolviendo al país a la senda del alto crecimiento, la creación de empleo y una solidez financiera a medio plazo.