Manuel Gutiérrez-Mellado, miembro del equipo de ventas retail e institucional para Iberia de la entidad, desgrana cuál es la visión de la firma en el plano macroeconómico y la mejor estrategia a seguir desde el punto de vista de la gestión de activos.
Reflación. Esa es la variable sobre la que pivotan las claves del contexto económico para este año, según BlackRock, quienes nos hacen llegar su hoja de ruta para los próximos meses, tanto en el plano macroeconómico como en la gestión de activos.
Todo empieza por EEUU, que deja atrás un entorno de baja inflación, política monetaria acomodaticia y crecimiento económico anémico, explica Manuel Gutiérrez-Mellado, miembro del equipo de ventas retail e institucional para Iberia de BlackRock. El 2017 se articula como un punto de inflexión en distintos frentes. Su escenario central, como hemos avanzado, es el de reflación, en el que aumento del PIB nominal, de los salarios y de la inflación van de la mano.
“Estamos ante un cambio lógico de cualquier economía que se recupera tras una crisis, un escenario que buscaban los bancos centrales”, señala, “en el que esperamos que la reflación en EE.UU se acelere, y que la política fiscal vaya reemplazando la política monetaria como motor del crecimiento económico y de los mercados en todo el mundo. Lo estamos viendo en EE.UU y en ciertas economías emergentes, pero será un fenómeno global”.
Con una visión macroeconómica más positiva que el consenso del mercado, la inflación salarial en EE.UU, promovida por el pleno empleo, tendrá un impacto positivo en la confianza del consumidor y la demanda interna. Un escenario sobre el que pesan, sin embargo, ciertos factores estructurales: el envejecimiento de la población, el exceso de deuda de los gobiernos y las bajas tasas de productividad.
Para la gestión de activos hay varios temas que dominarán los mercados en este año. “Estimamos que los rendimientos de los bonos han tocado suelo, por lo que preferimos renta variable sobre renta fija, y dentro de ésta crédito sobre bonos gubernamentales”, apunta Manuel Gutiérrez-Mellado. Y duraciones cortas, aunque no esperan una subida agresiva de la curva pues hay mucho dinero “que quiere ponerse a funcionar”, que empuja a un carry trade como un juego de divisas. La renta fija emergente presenta una nueva oportunidad para invertir en renta fija, concretamente de aquellos países productores de materias primas, y emitida, preferiblemente, en divisa fuerte (hard currency).
En materia de riesgos, las principales fuentes de volatilidad empiezan con la incertidumbre sobre el verdadero plan económico de Trump, por ende, el impacto que tendrá sobre el PIB americano. Sin salir de EE.UU, un exceso de apreciación de su divisa tendría efectos negativos sobre la economía pues aumentaría las tensiones inflacionistas obligando a la Fed a ajustar su política de forma más agresiva, arrastrando con ellos las economías emergentes. Y por supuesto Europa y todas sus citas electorales, las políticas de los bancos centrales y China, aunque ha conseguido estabilizar su economía para hacerlo el Gobierno ha caído en un exceso de endeudamiento.
Uno de los aspectos importantes que veremos en gestión es una mayor dispersión de retornos, lo que amplía la brecha entre ganadores y perdedores, aunque ello “será positivo para la gestión activa pues es una oportunidad de generar alfa”, afirma Gutiérrez-Mellado. Y ante el aumento de correlaciones de los activos en los momentos de estrés, desde BlackRock recomiendan invertir en activos que supongan una fuente alternativa de retorno y ayuden a diversificar, concretamente, estrategias de retorno absoluto para el cliente retail, y private equity e inmobiliario para el institucional.
A nivel geográfico, apuestan por Japón, cuyo atractivo descansa en su estabilidad política, y emergentes, que cotizan con valoraciones atractivas y cuyo impacto sobre divisas ya está recogido.