Las cuatro razones por las que la eurozona no se desintegrará

Euro
Alf.melín, Flickr, Creative Commons

A principios de 2012, el presidente del BCE, Mario Draghi, describía al euro como un abejorro, un misterio de la naturaleza que no debería ser capaz de volar, pero que de alguna manera se las ha arreglado para permanecer en el aire. Las dudas de los inversores sobre si la eurozona lograría mantener el vuelo y no desintegrarse han sido muchas a lo largo de los últimos meses. Y muy intensas. ¿Será capaz de hacerlo? Según explica UBS Global Asset Management en un informe sobre Perspectivas de Inversión de 2013, existen cuatro razones por las cuales la eurozona seguirá en el aire y sobrevivirá a los actuales desafíos a los que se enfrenta.

La primera: el coste económico que acarrearía una ruptura de la eurozona es prohibitivo. “La salida de los países más débiles de la UEM conduciría muy probablemente a una depreciación masiva de las nuevas divisas que irían seguido de impagos soberanos, el colapso de las instituciones financieras y una quiebra masiva de empresas. Los mercados de crédito se paralizarían, dando lugar al colapso del comercio y la inversión”. De acuerdo con sus estimaciones, la economía de un país que abandone el euro se contraería entre un 40% y un 50% el primer año. Los países del núcleo tampoco ganarían nada, ya que sus entidades tienen posiciones en deuda periférica.

En segundo lugar: el coste político y la amenaza para la seguridad. Una fragmentación del euro asestaría un duro golpe al prestigio internacional y la influencia de Europa. “Un ataque al corazón de un proyecto de 60 años que se inició como un proyecto para el carbón y el acero que perseguía acabar con los conflictos bélicos en el Viejo Continente haría peligrar el largo periodo de paz del que se ha disfrutado desde entonces. Esa es la razón más importante por la que mantener a Europa unida”, aseguran desde la gestora helvética.

La tercera razón hace referencia a que los enormes pasos que se han dado para la integración son difíciles de deshacer. “El desmantelamiento de la eurozona y el euro –la segunda moneda más utilizada del mundo- sería alucinante. Para evitar una posible quiebra del sistema bancario mundial, los gobiernos probablemente tendrían que tomar el control de los mercados de acciones, bonos y divisas durante un periodo prolongado. En otras palabras: la decisión de abandonar la eurozona no es ya europea, sino global”, señalan desde la entidad.

Y, cuarta: las naciones de la eurozona han renunciado a gran parte de su soberanía económica hace mucho tiempo. “Es importante recordar que los países de la eurozona han renunciado a gran parte de su soberanía económica cuando acordaron cambiar sus monedas nacionales por el euro. Abandonando la peseta, la lira y el escudo, España, Italia y Portugal renunciaron a la posibilidad de mantener su soberanía en materia de política monetaria. El Tratado de Maastricht también restringe la capacidad de los miembros de la eurozona para utilizar políticas fiscales contra cíclicas, con una exigencia de mantener el déficit presupuestario por debajo del 3%”, indican.