Formación, replanteamiento de expectativas y conocimiento del comportamiento del inversor
“Las EAFI introducen competitividad y elevan el nivel del asesoramiento financiero en España”. Es una idea que defendió José Diego Alarcón, socio director de Serfiex Investments EAFI en la jornada de debate organizada por BME bajo el título “Confianza, formación y asesoramiento financiero. ¿Hacia dónde avanzamos?”. En una mesa de debate que versaba sobre el asesoramiento y la venta de productos financieros, aseguró que el papel de los asesores es “formar a los inversores, compartir un conocimiento productivo –que evite trampas- y valores profesionales” para que los inversores puedan consolidarse como grupo en el sistema financiero.
Para el experto, la industria del asesoramiento ha llevado a los inversores a dos caminos improductivos en los últimos años: el de una información pobre y una “sofisticación innecesaria”, que motiva su descontento ante las bajas rentabilidades. Por ello, bajo el entendimiento de que es muy difícil aportar riqueza de forma consistente y suficiente para compensar los costes, de que no es creíble que todos tengan un conocimiento valioso de todos los mercados y de que invierten en competencia con grandes traders de Londres o Nueva York, propone plantearse las expectativas de rentabilidad –si son sólidas y realistas-, así como los extremos entre pérdidas y ganancias, el plazo para conseguir esos retornos y la importancia de la diversificación.
David Pascual-Ezama, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad Complutense de Madrid, comentó la importancia de tener en cuenta criterios de finanzas conductuales a la hora de hacer el asesoramiento, pues “los inversores son irracionales en tanto que son personas”, y toman sus decisiones más en función de las expectativas y las intuiciones que de los datos o los consejos, según varios estudios. El experto cree que el asesoramiento debería ayudar a eliminar estos sesgos –al igual que Nieves García Santos, directora de inversiones de la CNMV, que menciona algunos como la sobreestima de sus creencias, la sobreconfianza sobre su tolerancia al riesgo o la respuesta inmediata a estímulos- y que por ello el asesor debe informarse bien sobre el comportamiento del inversor y estar bien formado.
“El inversor a veces no es consciente de lo que es asesoramiento tal y como recoge MiFid”, comentó García Santos. Un concepto que lleva aparejada cierta protección y reducción de asimetrías tales como la de información, formación o poder. Y una protección que cree se puede aplicar tanto al asesoramiento como a la venta, si hay transparencia. Con respecto a un posible conflicto de interés entre ambas actividades, García Santos cree que la propuesta de MiFid de separarlas no es insensata, aunque José Manuel Piñeiro, subdirector general de Banco Popular, cree que lo verdaderamente importante es ofrecer productos competitivos que puedan comercializarse y que no es necesario que una entidad comercialice productos en régimen de arquitectura abierta.