Cinco años después del entorno post-crisis que llevó a muchas entidades a deshacerse de sus gestoras de activos, los bancos vuelven a posar su mirada en este segmento de negocio.
Hace cinco años, el escenario post-crisis financiera y la oleada de nueva regulación llevó al sector bancario –sobre todo al europeo– a vender sus divisiones de gestión de activos en un intento por simplificar sus estructuras y obtener capital. En aquel momento, para muchos la cuestión no era si los bancos se desharían de sus gestoras, sino cuándo lo harían.
Así, algunas entidades como Barclays, Rabobank y Bank of America Merill Lynch vendieron completamente sus negocios de gestión de fondos, mientras que otras como Credit Suisse y Morgan Stanley mantuvieron una pequeña participación, explican desde Financial News. Las francesas Société Générale y Crédit Agricole fusionaron sus respectivas gestoras en una única firma, Amundi, que salió a bolsa hace unos meses.
Sin embargo, siete de las veinte gestoras más grandes del mundo siguen perteneciendo a bancos: JP Morgan Asset Management, Deutsche Asset Management, Goldman Sachs Asset Management, BNP Paribas Wealth & Asset Management, UBS Asset Management, HSBC Global Asset Management y Natixis Global Asset Management. Las cuatro más grandes gestionan un patrimonio conjunto de más de cinco billones de dólares.
Cambio de perspectiva
Cinco años después, los bancos se siguen enfrentando a un entorno difícil. La diferencia es que ahora resulta evidente el valor que aporta el negocio de gestión de activos a sus matrices, no solo por el crecimiento que ha experimentado el sector en los últimos años sino porque, además, se trata de un negocio que genera flujos de ingresos relativamente estables.
“La gestora de activos de un banco representa una fuente de ingresos diversificada, estable y recurrente para la entidad que requiere un bajo uso de capital, por lo que la rentabilidad sobre el capital invertido (RoE) suele ser muy alta”, explica Jon Eilbeck, responsable interino y director de operaciones de Deutsche AM. “Teniendo en cuenta las presiones a las que se enfrenta el negocio core de los bancos, con los tipos de interés en niveles tan bajos y con la presión sobre el capital que impone Basilea, la gestión de activos ofrece una alternativa atractiva”.
Para algunos expertos, esta situación podría dar un nuevo impulso a las gestoras pertenecientes a bancos que, sin embargo, se enfrentan a una competencia feroz por parte de las gestoras independientes. Según datos de Financial News, en 2015 las cinco gestoras ‘bancarias’ más grandes captaron conjuntamente 176.000 millones de dólares frente a los 530.000 que captaron las cinco principales gestoras independientes.
En este sentido, la gestión pasiva juega un papel cada vez más importante. No en vano las dos gestoras que registraron mayores captaciones el año pasado fueron Vanguard y BlackRock –la matriz de iShares–, dos firmas con una fuerte presencia en el mercado de ETF. Curiosamente, algunas de las gestoras pertenecientes a bancos fueron pioneras en el desarrollo de estos productos pero no han sabido capitalizar el avance experimentado por la gestión pasiva desde la crisis financiera.
Ventajas y retos
Una de las principales ventajas con las que cuentan las gestoras pertenecientes a bancos es la extensa red de distribución de sus matrices, sobre todo en Europa. Sin embargo, son muchos los que critican que estas redes cautivas fomentan la autocomplacencia por parte de las entidades y limitan la independencia.
“La mayoría de estas redes se centran en el producto propio y no ofrecen fondos de terceros”, critica Guillaume Prache, director gerente de Better Finance (la Federación Europea de Usuarios de Servicios Financieros). “Nuestra sospecha es que los fondos propios que se ofrecen a los inversores minoristas generan, en media, peores rendimientos porque no se enfrentan a una competencia real”.
Otros, sin embargo, destacan algunos de los aspectos positivos que aporta la matriz bancaria a la gestora: distribución global, fuerte imagen de marca y respaldo financiero, una cuestión que puede resultar crucial durante los momentos de crisis.