Los gubernamentales reaparecen como herramienta útil en las carteras diversificadas

Christophe Jaubert. Foto cedida (MIFL)

La corrección generalizada apenas ha dejado mercados sin tocar. Y lo que ha sido más doloroso para el inversor en 2022: la vuelta de la correlación entre bonos y acciones. “Además, es la correlación mala, en la que ambos activos caen”, recuerda Christophe Jaubert. Tras la peor primera mitad de año en décadas, ¿en qué punto se encuentra el inversor? En opinión del director de Inversiones de Mediolanum International Funds, las valoraciones de la renta variable aún no están baratas, pero la deuda gobierno sí podría estar en un punto interesante.

De hecho, defiende que a estos niveles los bonos gubernamentales están renaciendo como herramienta útil en una cartera diversificada. Por ejemplo, el Tesoro estadounidense a 10 años en un rango del 3-3,5% ofrece un colchón. Incluso si hay algún susto macroeconómico. El experto también destaca las valoraciones de los BTP italianos. “El BTP a 5 años está dando un 3%. Es un 3% a cambio de una emisión muy segura”, afirma.

En cuanto a la duración, la jugada correcta este año ha sido estar cortos, pero podríamos estar en un punto de inflexión. Por su parte, Jaubert cuenta que están ligeramente sobreponderamos en duración actualmente.

La gran pregunta: cómo será la recesión

La tesis de Jaubert se reforzará aún más si se cumple lo que cada vez más gestoras ven posible, una recesión en el corto plazo. “Los bancos centrales quizás reaccionaron demasiado tarde a una inflación más pegajosa de lo esperado. Pero viendo las declaraciones de las últimas semanas, está claro que prefieren llegar tarde a llegar pronto”, analiza el experto. La pregunta entonces es cómo se desenvolverá la retirada de estímulos.

Em ese sentido, el consenso también se decanta por reconocer que aún es pronto para determinar la magnitud de esa ralentización económica. Jaubert se inclina aún por pensar que será una recesión moderada y poco profunda, porque no detecta grandes excesos en la economía, pero reconoce que tampoco se puede excluir la probabilidad de una contracción profunda. De ahí que en MIFL aún se mantienen sesgados hacia la cautela.