“Ninguna empresa privada está dispuesta hoy en día a realizar inversiones masivas en España”

Wagner
Foto cedida

Las medidas que se han tomado hasta ahora para gestionar la crisis de la eurozona se pueden clasificar en cuatro categorías: la dilución de los criterios de calidad del BCE, la disponibilidad masiva de liquidez por el BCE; la aplicación de un fondo de rescate que concede dinero a los países incapaces de refinanciarse en el mercado imponiendo a cambio recortes en el gasto público y reformas estructurales, y la reestructuración de la deuda griega. La pregunta es… ¿son eficaces? Para Guy Wagner, economista jefe de BLI-Banque de Luxembourg Investments, "estas medidas permiten ganar tiempo pero son insuficientes para resolver de forma duradera la crisis de la eurozona ya que no resuelven en absoluto los problemas de solvencia y de falta de competitividad".

Según explica en un informe, para empezar y con independencia de lo que se piense sobre su gestión, es importante tener en cuenta de que el BCE no está equipado para resolver una crisis de solvencia o un problema de competitividad. “Tan solo puede contribuir a gestionar los dos otros aspectos de la crisis: ayudar a los países periféricos a refinanciarse y respaldar el entramado bancario. A menudo, las medidas tomadas por la autoridad monetaria son contraproducentes. En la medida en que estos ajustes provocan por lo general una calma temporal en los mercados, estos conducen a una cierta indulgencia de las autoridades políticas”.

Pero, de acuerdo con el experto, sus efectos contraproducentes no quedarían ahí, ya que también impiden los ajustes necesarios animando, por ejemplo, a los bancos de la periferia a pedir préstamos al BCE (al 1%) que luego invierten en bonos del Estado de sus países. “Además, el dinero que el BCE presta a los bancos españoles vuelve a salir de nuevo rápidamente dada la falta de confianza en estos bancos”, asevera Wagner. En lo que respecta a otras medidas, el economista destaca que la austeridad presupuestaria impuesta agrava los problemas económicos de los países periféricos y hace que su deuda sea todavía más difícil de pagar.

“A esto hay que añadir que el capital del fondo de rescate sirve esencialmente para reembolsar a los acreedores existentes, no llega por lo tanto a la economía real y, por lo general, no hay ninguna participación del sector privado. Es evidente que ninguna empresa privada está dispuesta hoy en día a realizar inversiones masivas en países como España si todavía no se sabe realmente si dentro de dos años su moneda continuará siendo el euro”, indica Wagner.

En cuanto a la reestructuración de la deuda griega, el experto cree que esta no ha ido demasiado lejos cuando acreedores como el BCE no han tenido que asumir pérdidas sobre sus posiciones. “Las medidas tomadas hasta ahora permiten a los países de la periferia refinanciarse temporalmente con unas condiciones razonables, ya sea porque están protegidos por el paraguas del fondo de rescate (aceptando o haciendo ver que aceptan las medidas de austeridad como Grecia, Irlanda o Portugal), o porque las medidas anunciadas por el BCE han sido suficientes para hacer bajar su coste de financiación en el mercado (como España o Italia)”.