Algunas ideas sobre bolsa europea

Antonio_Hormigos_ALTA_1651
Cedida

Los mercados europeos de acciones han completado el año 2015 con rentabilidades positivas de alrededor del 10%, incluyendo los dividendos percibidos. Con unos tipos de interés en niveles históricamente bajos (los bonos alemanes a 10 años han cotizado al 0,55% de media en 2015) podemos decir que el riesgo de invertir en renta variable ha sido suficientemente recompensado.

Sin embargo, el año ha dejado un mal sabor de boca a los gestores de fondos de acciones: desde los máximos de abril, marcados tras la explosiva reacción al inicio de la nueva política expansiva del Banco Central Europeo, las bolsas no sólo no han sido capaces de mantener la senda alcista sino que han iniciado una corrección de lo ganado en los tres años anteriores que aún continúa. 

La debilidad de los mercados emergentes, tanto desde el punto de vista de actividad económica como de salud financiera, apoyada por los bajos precios de las materias primas, en particular de la energía, han sumido a los inversores en un pantano de dudas, que a día de hoy siguen sin resolver. El inicio de 2016, con la continuación de las caídas de las cotizaciones, es uno de los peores que se recuerdan.

¿Estamos ante una gran oportunidad de inversión? 

En el momento de escribir este artículo la bolsa europea ha perdido cerca de un 20% del valor que tenía hace tres trimestres. Si en aquel momento las valoraciones nos parecían difíciles de justificar,  (salvo por unos tipos a 10 años cerca del cero por ciento) , hoy muestran múltiplos más asumibles, por debajo de 14 veces (precio sobre beneficios esperados a 12 meses), lo que devuelve este ratio a su media histórica a largo plazo. El problema es que en los últimos años las optimistas previsiones de beneficios de enero han ido dando paso a revisiones a la baja durante el año para acabar en un estancamiento de resultados.  Para 2016 se prevé un crecimiento de beneficios en Europa occidental de alrededor del 6%, pero el riesgo es que dichas previsiones sean sometidas a recortes.

Por tanto la cautela se impone; hay precios interesantes pero los riesgos son altos. Algunos sectores han sido especialmente castigados y pueden aparecer como grandes oportunidades. En particular, los recursos básicos (minería, metales) han experimentado caídas cercanas al 35%. Aunque en menor medida, el sector ligado al petróleo también ha recibido un fuerte castigo.  Pero las materias primas han seguido un ciclo muy ligado a la inversión en capital de los mercados emergentes, proceso que se ha detenido bruscamente. El petróleo, por su parte, tiene problemas específicos de exceso de oferta, situación que probablemente dure todavía algunos trimestres.

De entre los sectores castigados en 2015, los bancos ofrecen valor a los precios actuales. Es cierto que los tipos de interés son muy bajos y los volúmenes de crédito no crecen al ritmo que sería deseable, pero cotizando claramente por debajo de su valor en libros y después de haberse enfrentado a un proceso de recapitalización y duras reformas legales, el sector financiero europeo ofrece un indudable interés. Siendo las dudas sobre el futuro crecimiento de China uno de los principales focos de atención, hay sectores como semiconductores, alimentación y bebidas, que ofrecen riesgo no sólo por su elevado precio respecto a sus beneficios sino por su alta proporción de ingresos provenientes de mercados emergentes.

Para un inversor en fondos, sin embargo, quizá valga más la pena detectar las clases de activos que ofrecen mejores perspectivas, dentro de la categoría general de renta variable europea,. Desde un punto de vista geográfico, la evolución política (con sus efectos sobre la política económica) puede condicionar la preferencia por determinados países.

Por empezar con lo más cercano, la política española ofrece suficientes incertidumbres a corto plazo como para ensombrecer la excelente evolución económica del país. De hecho esta ha sido la pauta en 2015, año en el que la bolsa española ha caído un 7% siendo la peor de los grandes países de la eurozona.  A ello se une la vinculación de las empresas españolas con Latinoamérica, zona emergente que ha visto sus expectativas de crecimiento muy mermadas y que ha experimentado fuertes depreciaciones de sus divisas. Si bien el factor político puede incluso darse la vuelta si finalmente se logra un gobierno estable, es difícil que el mercado español vuelva a estar en cabeza de las rentabilidades del continente. Los mercados Italiano y Francés, por el contrario ofrecen más estabilidad política y parecen haber tomado el relevo de las reformas económicas, por lo que merecen una opinión más favorable. Alemania es el mercado más barato respecto a sus medias históricas, aunque su perfil más industrial y exportador le dan una mayor exposición al crecimiento global.  Esta sería una apuesta más de medio plazo.

Esperamos que los mercados europeos experimenten movimientos de gran amplitud, en sucesivas reediciones de las tácticas risk on/risk off. En estos movimientos puede estar la clave para obtener rendimientos positivos, más que en el mantenimiento de una posición direccional estable. También vemos una oportunidad en la aportación de los gestores que utilizan estilos de inversión que detectan determinadas fuentes de retornos en las características de los valores.

Pensemos que con un universo de miles de valores como es el europeo, la utilización de herramientas cuantitativas que permitan una selección de valores sistemática puede ayudar a evitar determinados errores que los gestores cometen cuando los mercados se comportan de forma errática.

Índice Stoxx Europe 600

índices Ibex, Dax, CAC y FTSE

Fuente de los gráficos: Sabadell Inversión a través de datos de Bloomberg.