Criptomonedas (y II)

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Imagen cedida

TRIBUNA de Juan Jesús Gómez Cubillo, socio de Consilio Asesores Patrimoniales Independientes.

Las criptomonedas se basan en las criptomatemáticas que, a su vez, se fundamentan en los números primos –aquellos que no tienen un divisor entero- ya que éstos, al multiplicarlos por un factor, generan otro número primo mayor, difícil de factorizar y de descomponer y por lo tanto, muy difícil de descifrar, sobretodo en un tiempo manejable. En el fondo, se trata de encriptar y desencriptar como la mejor forma de asegurar la pervivencia de la información, su validación y la privacidad o el anonimato que se persigue.

Continuamos analizando las criptomonedas en éste Bocetos de Septiembre. Ahora, abordaremos su funcionamiento. Según el experto Manuel González-Meneses, notario del Ilustre Colegio de Madrid y consultor del Banco de España para temas relacionados con las criptodivisas, la criptografía asimétrica o de doble clave es la base del funcionamiento de la tecnología blockchain (cadena de bloques) que, recordemos –ver Bocetos de Agosto- era la esencia del funcionamiento de las criptomonedas en general y del bitcoin en particular. Esta doble clave implica la existencia de dos claves matemáticas entrelazadas, de tal forma que lo que se encripta con una, se desencripta con la otra y, muy importante, una clave no permite descifrar la otra. Lo anterior permite mandar un mensaje a la red que todo el mundo ve con la clave pública del destinatario pero éste, a su vez, sólo lo puede descifrar con la clave privada. En esencia, arguye González-Meneses, es un sistema de firma electrónica con doble clave.

En la red aparecen las posiciones activas de los usuarios que están vinculadas a claves públicas. En bitcoin, la clave pública es la dirección de usuario. Pero a diferencia de la firma electrónica en la que los usuarios son identificados (esta es la esencia de la generación y validación de formas electrónicas) en bitcoin el registro es totalmente anónimo. De hecho un usuario de bitcoin podría generar todas las identidades de bitcoin que deseara. Aquí es donde aparece la figura del minero, clave en la estructura de funcionamiento de bitcoin: un minero es un usuario que al validar un bloque de transacciones (un hash) genera nuevos bitcoin (ya que, aparte de validar la veracidad de las transacciones, es retribuido en bitcoins por el trabajo realizado como validador. Este sistema colaborativo se basa en un programa informático de acceso universal y por lo tanto colgado en la red abierto a todo el mundo con unas reglas del juego perfectamente definidas. Como se puede ver en el gráfico, los usuarios del programa combinan la clave pública (dirección) con su clave privada para tratar de desencriptar un mensaje. El incentivo que tienen es ser el primero en desencriptarlo y, por lo tanto, ejercer como validadores del sistema por lo cual reciben una contraprestación en bitcoins.

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Función de hash

Una función criptográfica hash- usualmente conocida como hash- es un algoritmo matemático que transforma cualquier bloque arbitrario de datos en una nueva serie de caracteres con una longitud fija. Se trata de una función asimétrica que se aplica sobre cualquier número y ofrece un mismo número. Además, es esencial, para garantizar la privacidad que la función de hash no sea reversible; esto es, que no se pueda reconstruir. Así, cada bloque de la cadena (blockchain) incorpora una serie de transacciones. Cada minero busca un número que sólo puede ser usado una vez (en criptografía se le denomina NONCE) y que, por un mecanismo de prueba y error al integrarlo en el bloque se llega al hash (por tanto se ha descifrado el algoritmo con sus restricciones propias). Automáticamente, en el proceso de validación se genera un nuevo mensaje, un nuevo bloque de transacciones que incluyen además de las nuevas todas las transacciones del bloque anterior y sucesivamente, todas las de los bloques anteriores, tal y como se puede ver en el gráfico.

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Los desafíos

Es un sistema de registro teóricamente perfecto, por cuanto cada información nueva incorpora toda la información anterior y goza de la privacidad que le confiere el anonimato. Sin embargo, existen cuestiones que suponen un reto para el éxito y aceptación de bitcoin y de otras criptomonedas. En el análisis de Barclays Equity Gilt Study 2018 que citábamos en la pasada edición de Bocetos, se enumeran los principales desafíos a los que se enfrentan las criptomonedas: la primera es la confianza; en la mayoría de los países, los consumidores y las empresas tienen confianza en las monedas emitidas por sus gobiernos (Venezuela, Argentina y Turquía son afortunadamente sólo dolorosas excepciones). El segundo reto es la soberanía: la posibilidad de evitar impuestos y la pérdida del control financiero implica, en principio, que ni los gobiernos ni los bancos centrales serán muy proclives a fomentar su uso. La tercera objeción es la privacidad. Aunque se usen pseudónimos, las criptomonedas son realmente menos anónimas que las monedas físicas puesto que todas las transacciones han de ser validadas. Una fuga de seguridad que supusiera desvelar identidades anónimas supondría que toda la historia transaccional del usuario sería pública. El cuarto desafío es, según los analistas de Barclays, la poca flexibilidad del sistema por cuanto, en caso de error, es francamente difícil deshacer las transacciones. Finalmente, y en quinto lugar, quizás el mayor desafío para la proliferación de las criptomonedas sea que existen otros mecanismos alternativos y seguros para la transferencia de dinero al instante. Por ello, afirman los analistas de Barclays que su uso parece abocado a países en el que existe gran desconfianza hacia los medios de pagos emitidos por el gobierno o en situaciones de excepcionalidad como gobiernos en bancarrota (Venezuela) o en caso de conflicto bélico.

Añadiríamos un sexto inconveniente que no es menor: el elevadísimo coste energético que supone mantener equipos informáticos trabajando 24 horas al día por parte de los mineros para poder certificar las transacciones: PwC estima que el actual coste energético para mantener activos los servidores para que el sistema funcione es como mínimo de 2,55 gigawatios (GW) al año, que es un consumo de energía similar al de Irlanda. Y ello, no tiene visos de ir a menos: hoy, los mineros consumen cinco veces más energía que hace un año… Para el experto González-Meneses, los tres principales desafíos a los que se enfrenta las criptodivisas son: el desincentivo por parte de los mineros (que en un momento determinado, deje de ser rentable validar transacciones), la inflación de información (ya que cada bloque acumula toda la información anterior y existe un riesgo potencial de colapso) y los problemas de seguridad ya que, en la práctica “alguien podría vender su casa a través de su teléfono móvil”.