El consumidor del futuro es chino

Con una población superior a los 1.300 millones de habitantes, China está a punto de convertirse en una de las bases de consumidores más importante de las próximas décadas. Aunque hace mucho tiempo que se le considera un centro mundial de fabricación, el creciente poder de consumo de China es, con toda probabilidad, como poco tan importante como el de sus exportaciones de bajo coste. Y hoy el consumo chino asciende a más de 2 trillones de dólares. Y el gigantesco tamaño de la población china, junto con la rápida urbanización y desarrollo de las zonas rurales del país, están acrecentando aún más la influencia de esta base de clientes.

El PIB de China, que asciende a alrededor de 6.000.000 millones de USD, es el segundo después del de Estados Unidos, y durante los últimos años ha disfrutado de la mayor tasa de crecimiento del mundo, expandiéndose con gran rapidez a pesar de la crisis financiera mundial. Este éxito económico ha generado un considerable aumento de los salarios, los ingresos disponibles y, en consecuencia, los gastos de consumo. Y aunque el ritmo del crecimiento económico de este país puede ralentizarse durante los próximos años, es muy probable que la contribución de China al crecimiento de PIB total mundial vaya en aumento. De hecho, muchas previsiones indican que la economía china superará a la estadounidense en los próximos diez años. Esta combinación de tamaño gigantesco de la población china y de fortaleza económica dota a su base de consumidores de una influencia única. Según mis previsiones, el consumo chino registrará una tasa de crecimiento anual del 15-20% durante la próxima década.

La importancia de la base de consumidores china también está avalada por la urbanización, una tendencia estructural clave en el país que se ha acelerado en los últimos años. El plan quinquenal del gobierno chino ya incluye iniciativas de apoyo para 2011-2015, como la construcción de 10 millones de viviendas asequibles en 2011 y 36 millones de viviendas para 2015, con el objetivo último de reducir la necesidad de ahorrar dinero para la adquisición de casas en favor de un mayor gasto de consumo. Por consiguiente, las previsiones indican que para 2020 cerca del 60% de la población vivirá en zonas urbanas, en comparación con el 46% registrado en 2009, con mejor acceso a una gama mayor de bienes y servicios. Ya puede observarse que muchos consumidores urbanos chinos están pasando gradualmente de comprar en puestos callejeros a hacerlo en grandes almacenes. Esta actitud fomenta a su vez un mayor conocimiento de las marcas y una mejora de la calidad de los productos consumidos. Creo que dichas mejoras son posibles gracias a que el proceso de urbanización viene acompañado de una tendencia de redistribución de la riqueza, que permite a un mayor número de familias urbanas ascender a la clase media y alta.

Asimismo, las poblaciones rurales están empezando a beneficiarse del nacimiento del mismo tipo de tendencia de redistribución de la riqueza que sus homólogos urbanos, y cada vez son más las personas que logran ascender a la clase media. Confío en que esto, junto con la modernización de infraestructuras rurales, desate la demanda contenida de productos básicos de consumo de calidad por parte de las familias rurales. También impulsará la demanda de artículos de consumo discrecionales de gama media y baja, puesto que muchos de los habitantes chinos que hasta no hace mucho tiempo vivían en condiciones de subsistencia, ahora disfrutan de ingresos disponibles por primera vez en su vida. Estos motores de crecimiento son las principales prioridades abordadas en el plan quinquenal actual del gobierno chino, cuyo objetivo es, precisamente, crear un crecimiento sostenido, ampliar el consumo nacional e impulsar el desarrollo de las zonas interiores y rurales.