El tío italiano se ha torcido el tobillo, aunque nadie se ha caído del balcón

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Cedida por Pictet AM

TRIBUNA de Andrea Delitala, CFA, director de multiactivos de Pictet AM. Comentario patrocinado por Pictet AM.

El nuevo gobierno de coalición de Italia está armando un presupuesto populista a tres años que no es precisamente popular en la UE, así que el país se ha convertido en el familiar nervioso de la reunión. Por ahora el tío italiano ha derramado vino sobre sí mismo y se ha torcido el tobillo tratando de saltar sobre las sillas, pero nadie se ha caído del balcón. En cualquier caso la tensión entre tratar de satisfacer a un pueblo descontento y apegarse a las políticas fundamentales de la adhesión al euro sugiere que Italia probablemente genere volatilidad, lo que puede contagiar a los Estados miembros más débiles.

Hay que tener en cuenta que en parte la apuesta de los políticos gobernantes en Italia es que el liderazgo de la UE es más débil que nunca, que el paisaje político en la Unión Europea cambiará con las próximas elecciones al Parlamento Europeo de mayo próximo, donde los partidos anti-sistema ganarán y que la UE renegociará las reglas. Se trata de problema para Italia y para el resto de Europa, pues las necesidades de financiación italianas son demasiado grandes para ser cubiertas por las redes de seguridad de la UE y el BCE. Es un juego político con serio riesgo de accidentes, pues en una confrontación la amenaza de salir de la zona del euro puede aparecer en algún momento.

Hay que tener en cuenta que La Liga y el movimiento Cinco Estrellas, socios en coalición, han hecho promesas muy caras a sus votantes en las elecciones generales este año, fuertemente sesgadas hacia transferencias. Se quiere aumentar gasto en infraestructura para impulsar el crecimiento; reducir impuestos empresariales; un tipo de impuesto del 15% para un millón trabajadores; introducir una renta básica universal; derogación de la reforma Fornero, para permitir con reducción de la edad de jubilación y retrasar el aumento del IVA, con algunos recursos de recortes de gasto público e ingresos de una amnistía fiscal.

El presupuesto propuesto mantiene un déficit del 2,4% para 2019, por encima del 2% estimado previamente y muy por encima del último programa italiano de estabilidad de abril de 2018 que estimaba déficit de 0,8% para 2019, aunque el gobierno italiano ha confirmado un objetivo de déficit de 2,1% para 2020 y 1,8% para 2021.  Esto no es necesariamente peligroso para la salud financiera de Italia, dado que, si el crecimiento económico nominal sigue superior al 2%, los costes de la deuda pueden permanecen en alrededor del 3,5 % del PIB y la relación deuda-PIB no aumentar. Pero asume un crecimiento nominal del PIB de 3% o más los próximos tres años, por el que la muy alta deuda pública de 131,8% sobre PIB 2017, que se preveía reducir al 122% para 2021, aún seguiría en 124,9% ese año.

En cualquier caso poner en práctica este presupuesto propuesto por el gobierno italiano implica superar los límites de déficit previamente acordados con la UE y va en contra de las obligaciones de los Tratados, lo que deja a sus socios ante una elección difícil: ¿hacer cumplir las reglas, lo que puede precipitar crisis política y financiera o evitar una confrontación y hacer la vista gorda? Los mercados ya han reaccionado en consecuencia, provocando un aumento acusado aumento de la rentabilidad a vencimiento de los bonos del gobierno italiano y que el euro se tambalee. El diferencial respecto al bund alemán ha llegado a superar el 3%, por encima de máximos recientes. Cerca de 1,1% de este diferencial se relaciona con riesgo de redenominación de moneda, esto es que Italia abandone el euro. De hecho la coalición gobernante no tiene prisa por ofrecer garantías convincentes de compromiso con la moneda única, si bien nuestros modelos sugieren que el mercado sólo otorga 10% de probabilidad a tal escenario.