Esperamos que en 2014 Europa entre en un círculo virtuoso

Tim
Foto cedida

Resulta razonable cuestionarse si, tras la drástica recuperación vivida desde verano de 2012, queda algo por hacer. Ciertamente, abundan las buenas noticias: Las economías europeas se están recuperando y el inicio de un círculo virtuoso de crecimiento y unas recaudaciones de impuestos más elevadas deberían contribuir a mitigar en cierta medida los problemas de endeudamiento en los próximos años, especialmente en vista de las amplias reformas acometidas por los gobiernos. El debate que ha estado en el aire durante los dos últimos años se ha centrado en la instauración de un conjunto de normas básicas por las que deberán regirse las economías de los países europeos.

Desde entonces, estas normas se han implantado con decisión y, ahora, la presión está disminuyendo gracias a los estímulos monetarios del BCE y a los primeros indicios de recuperación económica a escala mundial. Aún persiste el dolor provocado por la ‘devaluación interna’ (deflación, caída del consumo y recortes salariales), pero los indicadores económicos comienzan a mejorar. Esperamos que, a partir de 2014, Europa inicie un círculo virtuoso de mayor crecimiento económico y mejores recaudaciones de impuestos. Desde luego, la posibilidad de que se produzca una espiral deflacionista bien merece supervisión, pero podría ocurrir que las fuerzas deflacionistas se calmen a medida que el crecimiento aumente.

Nos encontraremos obstáculos por el camino. Las negociaciones en los mercados europeos presentan unas ratios de precio/beneficio elevadas —más de trece veces las estimaciones de ganancias por acción— y existen motivos para esperar una consolidación hasta que surjan pruebas sólidas que confirmen un mayor crecimiento de los beneficios. Además, el plano político podría ser un elemento desestabilizador, a pesar de la salida de Berlusconi de la política en Italia. Dos meses después de las elecciones alemanas, es ahora cuando estamos asistiendo a la formación de un Gobierno de coalición.

En mayo de 2014 tendrán lugar las elecciones al Parlamento Europeo, un organismo que cuenta con más poder del que tenía anteriormente, pero que muchos de los votantes siguen ignorando. Debido a ello, existe el riesgo de que partidos más pequeños puedan beneficiarse de un voto de protesta mayor del que habrían recibido en otras circunstancias, todo ello en un momento en el que la extrema derecha en Francia ya atrae a una considerable masa de votantes.

No obstante, dado que los inversores están incrementando su exposición tanto a Europa como a la renta variable, toda consolidación podría ser escasa y de poco recorrido. Los mercados internacionales han empezado a reconocer el liderazgo industrial de muchas empresas europeas y los inversores locales están más preocupados por la valoración de los bonos que por la de las acciones.

En los mercados europeos, la cuestión sigue siendo dónde y en qué invertir. Seguimos pensando que el debate ‘crecimiento frente a valor’ está viciado y es inútil. También creemos que, en los próximos doce meses, los mercados volverán a centrar su atención en la lentitud del crecimiento económico de la región. Así pues, tenemos que seguir muy de cerca la prima abonada por valores con una buena trayectoria y unas perspectivas de crecimiento superiores a la media del mercado. Llegará el momento en que los inversores se den cuenta de que una empresa como la firma suiza de artículos de lujo Richemont aglutina activos extraordinarios y de valor, aunque sus acciones se negocian únicamente con una prima reducida en comparación con la media del mercado.

Los mercados europeos tienen mucho margen para seguir creciendo en 2014 incluso aunque, probablemente, las rentabilidades sean inferiores a las del presente año. Pero habrá volatilidad. En los días de tormenta, hemos de recordar la calidad de muchas de las empresas europeas. Y en los soleados, pensemos en que el euro es un proyecto a largo plazo que está avanzando lentamente en la dirección adecuada, incluso aunque surjan temores ocasionales.