Falsas creencias y realidades sobre las compañías de pequeña y mediana capitalización

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A menudo se considera que la inversión en pequeñas y medianas capitalizaciones es una opción potencialmente rentable pero poco líquida y más arriesgada, que resulta interesante cuando los títulos ya han subido mucho. Pero la mayor parte de las ideas preconcebidas sobre estas empresas son erróneas, y existen numerosas razones que abogan por una inversión permanente en estos valores, equivocadamente considerados secundarios.

Falsas creencias

Con frecuencia se piensa que las pequeñas capitalizaciones solo son interesantes en fases del mercado muy concretas, por ejemplo cuando los grandes títulos han subido mucho y por lo tanto resultan demasiado caros. En realidad, la rentabilidad de las pequeñas y medianas capitalizaciones es muy superior incluso a largo plazo, como confirma un estudio a largo plazo realizado por UBS. A 15 años, las pequeñas capitalizaciones europeas han generado una rentabilidad de más del 150% y las medianas del 68%, en tanto que los grandes títulos solo cosechaban un 19%. Este rendimiento superior no es fruto de unos pocos años buenos. Antes al contrario, los pequeños valores se han impuesto ampliamente a los grandes durante más de la mitad del tiempo en diversos horizontes temporales, llegando a batirlos durante el 80% y el 100% del tiempo en intervalos de 5 a 10 años.

Otro mito que hay que disipar es el que hace creer que los valores secundarios son más sensibles a los vaivenes coyunturales, hecho que arrastraría su cotización en bolsa de manera desenfrenada, con sobresaltos acentuados por una menor liquidez. Pero en realidad, gracias a la escasa correlación que guardan estos títulos entre sí, la volatilidad global de las PYMEs asciende al 17,0%, es decir algo menos que el 17,7% de las grandes capitalizaciones.

Y según el último prejuicio, los pequeños valores serían fundamentalmente domésticos y por lo tanto no constituirían un medio eficaz de apostar por los mercados emergentes. La realidad es más bien todo lo contrario: las pequeñas y medianas capitalizaciones forman un abanico extremadamente variado y diversificado, e incluyen a numerosas empresas orientadas hacia los países en fuerte desarrollo. Como ejemplo citemos al fabricante de chips electrónicos ingleses CSR, que concentra el 88% de su facturación en esos mercados.

Verdaderos motivos para invertir

La principal explicación de esa rentabilidad superior no es, como a menudo se piensa, que esas acciones sean poco conocidas y por lo tanto baratas. Por supuesto, ese factor interviene en cierta medida, pero la verdadera razón es simplemente que las PYMEs tienen un mayor crecimiento. En efecto, las pequeñas y medianas empresas simplemente se desarrollan más deprisa que los grandes grupos, y a largo plazo ese mayor crecimiento se traduce necesariamente en una rentabilidad superior. Evidentemente, la diferencia de ritmo guarda relación con el efecto de tamaño, pero se debe sobre todo a que en ocasiones los grandes grupos, lastrados por su estructura, pierden su dinamismo.

Por otra parte, los 16.000 valores secundarios que encontramos en Europa simplemente ofrecen una mayor diversidad de situaciones y de actividades, una mejor representatividad de la economía en general, y por lo tanto más oportunidades de inversión. Un último factor fundamental, reside en el hecho de que es más fácil encontrar "pure plays" que permitan impulsar un concepto específico entre los pequeños valores.

Efectivamente, si se quiere apostar por el tema de la energía eólica o por la venta de confección en internet, resultará difícil hacerlo a través de los grandes conglomerados, en los que el impacto se diluirá inevitablemente. Por ejemplo, la energía eólica no representa más que el 7,5% de la facturación de Siemens, que sin embargo es uno de los mayores actores mundiales en este sector. Será preferible elegir a la compañía danesa Vestas, que concentra la totalidad de su facturación en esa actividad.

¿Cómo invertir?

Numerosos inversores recurren a los pequeños valores con reticencia, solo para hacer una jugada rápida, prometiéndose abandonarlos en cuanto sea posible. Pero el juego de la oportunidad de mercado es difícil de jugar, y sobre todo inútil. Porque debido a las características de rendimiento, riesgo y correlación de los pequeños valores, es mejor dedicarles permanentemente parte de la cartera de renta variable europea. Efectivamente, debido a la escasa correlación existente la mayoría de las veces entre las grandes y pequeñas empresas, añadir una parte de pequeñas capitalizaciones a una cartera no solo incrementará su rendimiento total, sino que además reducirá la volatilidad global de la misma.