La imprescindible presencia de la inversión sostenible

Ana Claver Noticia
Firma: cedida (Robeco).

TRIBUNA de Ana Claver Gaviña, CFA, responsable para Iberia, U.S. Offshore y Latam, Robeco. Comentario patrocinado por Robeco.

Me permito aventurar que, en sociedades como la nuestra, un elevado porcentaje de la población es consciente del desafío que tenemos por delante cuando nos referimos al cambio climático. Es tan principal y de tal transcendencia, que sus diferentes escenarios minimizan crisis anteriores. Actualmente, cada diferencia en los históricos de temperatura, en las inundaciones, sequías u otras catástrofes naturales es trasladada desde los medios de comunicación como efecto del calentamiento global, y este hecho recurrente en la comunicación va calando en personas y gobiernos.

Según una encuesta de Robeco, hace dos años la presencia del cambio climático en las carteras era del 30%. Hoy, el 86% de los inversores entienden el cambio climático como el riesgo o la oportunidad principal en sus carteras para el 2023.

Después de reconocer que el ser humano tarda en ser consciente de aquello que no le conviene, por comodidad, también es cierto que es capaz de llevar a cabo grandes hazañas cuando se lo propone. Pensemos que el primer informe del Panel Internacional contra el Cambio Climático (IPCC) se publicó en 1990, adoptándose el protocolo de Kyoto siete años más tarde. Posteriormente, el Acuerdo de París de 2015 ha supuesto tal hito en el compromiso climático que ha logrado en poco tiempo el compromiso de Europa de alcanzar cero emisiones netas para 2050, el año pasado el de China para 2060, y que en estos días EE.UU. y otros países refuercen claramente su compromiso.

La recién celebrada Cumbre Global del cambio climático sirvió de anuncio, al fin, del objetivo de reducción a 2030 del 50-52% de emisiones de GEI vs 2005 por parte de EE.UU., así como para comunicar su objetivo de economía cero emisiones netas como tarde en 2050. Canadá se comprometió con un objetivo para 2030 del 40-45% de emisiones frente a 2005, y Corea del Sur, con un objetivo de emisiones neutras en 2050, prometió reforzarlo. Brasil también se comprometió con la neutralidad en 2050, la UE y UK aumentaron sus objetivos de reducción al 55% y 68% a 2030 vs 1990, mejorándolos también Japón al 46% de reducción de GEI en 2030 vs 2013. Un claro paso adelante, con compromisos medibles, que tratan de evitar superar los 1,5°C señalados en el Acuerdo de París por parte de unos países que suponen más de la mitad de la economía mundial.

Han tenido que pasar varios años, muchos si atendemos a la insuficiente velocidad en los avances que denuncian los informes, pero no tantos si somos conscientes del tamaño del giro producido. Pasar de una sociedad dependiente de los hidrocarburos energética y geopolíticamente a otro mundo más sostenible, donde el control de las nuevas tecnologías verdes y la cadena de suministro marcan los nuevos retos, es todo un avance. Desde el informe del IPCC de 1990 denunciando el riesgo climático ante el ascenso de las temperaturas motivado por el efecto invernadero, hasta los compromisos de China y EEUU han pasado treinta y un años. Gracias al paso dado en las políticas climáticas recuperamos en cierta medida la senda necesaria.

Pero hace falta un compromiso más amplio. El cambio climático viene englobado dentro del llamamiento universal que son los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, que tratan el clima, pero también el hambre, la biodiversidad, la prosperidad, etc. Es importante seguir explicando al inversor, desde el conocimiento y los hechos, los retos a los que nos enfrentamos. A pesar de que el inversor es cada vez más consciente, y así lo demuestran los sucesivos éxitos de la inversión sostenible y de impacto en estos años, sigue existiendo nuevo capital fluyendo hacia empresas nada sostenibles.

Eso sí, de lo que no hay duda es del continuo crecimiento de la inversión sostenible y de que, probablemente, si faltara esta, un mayor flujo de capital circularía hacia empresas menos sostenibles. De continuar la tendencia actual en el crecimiento de la inversión sostenible, las empresas menos sostenibles tendrán cada vez menor facilidad para financiarse en los mercados de capitales, pero, para esto, debe convertirse en mayoritaria más pronto que tarde.

El desafío no es pequeño. Luchar contra el cambio climático, y cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, significa un gran esfuerzo económico y de gestión. Para ello necesitaremos sin duda nuevas tecnologías y, sobre todo, necesitaremos trabajo en común ante la misma causa. Por eso acabamos de lanzar desde Robeco una solución pionera de inversión sobre el clima y la descarbonización, la estrategia Climate Global Credit que invierte en activos de renta fija global tratando de mantener la subida de las temperaturas por debajo de 2°C sobre los niveles preindustriales, con el objetivo de limitarlo a solo el 1,5°C.

Como bien sabemos en Robeco, de estas situaciones extremas surgen oportunidades. Debemos invertir en empresas que sean parte de la solución, desde las nuevas energías a las tecnologías inteligentes o el nuevo transporte eléctrico, pasando por una agricultura sostenible. Esto producirá muchos ganadores, especialmente entre aquellas compañías que formen parte de estas soluciones tecnológicas, y de los inversores que promuevan este paso adelante. Confiemos en la experiencia, confiemos en Robeco.