Este clima positivo ha contribuido a mitigar en cierta medida la presión en Europa, en particular en lo que se refiere a la liquidez a corto plazo para la deuda pública periférica, pero el gran problema del crecimiento económico sigue intacto. Con la carga de la deuda pública aún elevada, los países necesitan reducir los déficits y los ratios de deuda, una tarea complicada porque las medidas de austeridad dificultan la expansión económica.
La actual situación macroeconómica en Europa no es un buen punto de partida, pero tampoco debe verse como un abismo ineludible. Si bien es cierto que la OCDE ha recortado sus previsiones de crecimiento a corto plazo para Alemania y Francia, el crecimiento positivo en 2012 en su conjunto sigue siendo superior al que Reino Unido parece poder alcanzar. El inesperado rebote en julio de la producción industrial de la zona euro indica también cierta resistencia.
La presión cede en Europa

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