Los ingredientes de la situación económica y financiera mundial no pueden ser más enrevesados. El equilibrio del planeta se parece al de una partida de mikado, donde retirar un solo palillo puede dar al traste con toda la estructura. Los mercados financieros, que perciben claramente el embrollo global, se encuentran en estado febril y sobrerreaccionan cada vez que un mínimo incidente hace temer que se desencadene la tempestad al otro lado del mundo. No obstante, después de tres años de crisis aguda, los ojos se acostumbran a esa confusión, y es probable que ya estén entreviendo el final del túnel.
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