La utilidad de las finanzas

Jose_Ignacio_Zabaleta_Kaehler
Imagen cedida
La actuación de la banca en la crisis actual ha empeorado la imagen que el público tiene de ella. Existe la percepción de que el Estado se ha preocupado de rescatar a los bancos a costa del bienestar general. La comercialización de productos no adecuados a las necesidades de sus clientes y la falta de financiación no han ayudado a mejorar la confianza. Se ha llegado al punto en que un sector de la población duda de la utilidad de los bancos.
 
Con este panorama viajé el pasado verano a las Islas Salomón. Este país en las Antípodas, descubierto por el español Álvaro de Mendaña, fue una colonia inglesa hasta el año 1973, momento en el que adquirió su independencia. Las islas Salomón están situadas en el Pacífico, al sur de Papúa Nueva Guinea. El archipiélago está compuesto por 6 islas principales y cerca de 1.000 islas pequeñas.
 
El motivo del viaje fue colaborar con una entidad de microfinanzas llamada South Pacific Business Development (SPBD), que se dedica a proveer de servicios financieros a aquellas personas que no tienen acceso a la banca. El contraste me causó mucho impacto, puesto que el 85% de la población de las Islas Salomón no dispone de una cuenta corriente, carece de seguro alguno y, por supuesto, no tiene acceso al crédito.
 
En las Islas Salomón únicamente existen oficinas bancarias en las principales ciudades y el acceso al crédito es prácticamente inexistente. La mayoría de la población trabaja en el sector informal y no tiene un salario estable. La misión de SPBD es ofrecer servicios de ahorro, crédito y seguros a mujeres que estén interesadas en comenzar su propio negocio. La entidad comenzó su actividad a principios de 2013 y ya cuenta con más de 1500 clientas. Hasta el momento, solo trabajaban en la capital, Honiara.
 
Mi misión consistía en visitar otras regiones e idear una estrategia para ofrecer servicios financieros en zonas rurales y en las islas alejadas de la capital. Con este objetivo pasé dos meses visitando aldeas y conociendo las poblaciones rurales de este país tan diferente. Muy pronto me di cuenta de que conceptos que en España se dan por supuestos eran completamente desconocidos.
 
No comprendían los términos crédito o ahorro. Muchos no habían oído antes hablar del tipo de interés. Sin embargo, la gente aprendía rápido. En seguida comprendieron que la posibilidad de acceder al crédito les permitiría tener acceso a un capital con el que comenzar un negocio. Estos consistían en vender dulces, pescado o fruta en el mercado, montar un pequeño taller de costura, de tinte, e incluso a la producción de miel. La obtención de un préstamo les dio la posibilidad de multiplicar sus ingresos y mejorar su nivel de vida.
 
Otro hecho que me sorprendió fue la capacidad de ahorro de las clientas. Ellas ahorraban una cantidad muy superior a la esperada. El motivo es que les resultaba muy difícil ahorrar en casa, pues siempre había tentaciones para gastar dinero y preferían usar los servicios de la entidad, porque el ahorro estaba alejado y, por lo tanto, a salvo.
 
En la mayoría de las reuniones percibí cómo se encendían los ojos de las mujeres cuando les explicaba los servicios que la entidad podía ofrecerles. Percibían las finanzas como una esperanza para poder progresar, y eso que no estábamos hablando de ningún regalo, porque los créditos había que devolverlos con los tipos de interés correspondientes.
 
La pregunta más recurrente era cuándo podrían comenzar a utilizar los servicios financieros de la entidad. Más de una vez salí del poblado rodeado de vítores y aplausos, como si fuera un héroe, pues era la primera vez que alguien ofrecía servicios financieros a estas personas.
El desarrollo financiero ha permitido a la sociedad mejorar sus condiciones de vida durante las últimas décadas. La posibilidad de consumir a crédito o depositar los ahorros en entidades financieras permite realizar inversiones sin tener el efectivo necesario en ese momento y planificar según las expectativas de ingresos futuros. Los productos crediticios se pagan dentro de un plazo acordado con un coste determinado: el tipo de interés.
 
Además de servicios de crédito, las entidades financieras ofrecen seguridad. Los bancos facilitan ahorrar de forma segura e invertir para generar una rentabilidad. Mediante una cuenta corriente, una cartera de valores pasando por un plazo fijo, las entidades bancarias permiten mantener los ahorros con seguridad y proteger el valor del dinero, además de ofrecer servicios no financieros como seguros de vida, médicos, o planes de pensiones.
 
En definitiva, los mercados financieros nos permiten gozar de una mayor seguridad mediante la planificación de ingresos y gastos.
 
La problemática actual tiene que servir de lección a las entidades financieras que operan en nuestro país. Su función debe ser la de satisfacer las necesidades de sus clientes. El objetivo de generar una rentabilidad proporcionando productos adecuados a sus usuarios y colocar a los clientes en el centro de su estrategia mejorará la percepción que la gente tiene de ellas.