La oleada de ventas en el segmento de la renta variable europea durante septiembre y la primera mitad de octubre hizo sonar algunas alarmas. Las preocupaciones de los inversores se basaban en las numerosas ofertas públicas de venta (OPV), la incertidumbre sobre los resultados del tercer trimestre y la continuidad de unos datos económicos decepcionantes. Algunos acontecimientos a escala internacional —como la amenaza del ébola, la crisis de Ucrania y el ascenso del denominado Estado Islámico en Siria e Irak— han contribuido a estas preocupaciones. Durante la segunda mitad de octubre fuimos testigos de una recuperación en los mercados, pero la cuestión sigue siendo si la falta de confianza en Europa sigue estando justificada o no.
En vista del elevado nivel de la deuda global, los niveles de crecimiento económico en todo el mundo bien podrían estancarse durante varios años. No obstante, éste no es motivo para dar la espalda a la renta variable europea. Muchas empresas de la región cuentan con balances saneados y, en nuestra opinión, la incertidumbre observada en el mercado en el mes de octubre fue un síntoma de la avidez por parte de los inversores de mejores noticias económicas y del resurgimiento de los beneficios empresariales. Esperamos que las señales de mejora en el plano económico se reflejen en los datos de octubre y noviembre. Esto debería demostrar cómo las empresas europeas han mejorado su trayectoria desde que el euro mostrara sus primeras señales de depreciación a principios de 2014, así como el impacto de las medidas del BCE aplicadas en junio, julio y septiembre.
Oportunidades de valoración
La reciente incertidumbre reinante en los mercados ha provocado que las valoraciones de las acciones europeas hayan alcanzado su nivel más interesante en más de un año. La hipótesis subyacente de una mejora económica en Europa está ganando peso, especialmente con la depreciación del euro (véase gráfico), que está convirtiendo a uno de los mayores obstáculos de la región de principios de año en una ventaja relativa a medida que nos acercamos a 2015. Esto debería apoyar el argumento contra la deflación y traducirse en una mejora en la demanda, un aumento del crecimiento y un incremento en los niveles de producción.
Los datos del Eurostat mostraron que la inflación interanual de los precios al consumo en la zona del euro se situaba en el 0,3% a finales de septiembre de 2014 —el nivel más bajo desde 2009—, con cinco países periféricos en deflación. La inflación subyacente también cayó desde el 0,9% al 0,7%. Si bien estos datos generales son preocupantes, seguimos siendo optimistas y consideramos que no apuntan a una recesión, especialmente teniendo en cuenta las medidas tomadas por el BCE, como las operaciones de financiación a más largo plazo con objetivo específico (TLTRO), destinadas a estimular la concesión de préstamos bancarios.
La primera ronda de TLTRO fue poco satisfactoria, debido, en parte, a la revisión de la calidad de los activos (AQR), la exhaustiva evaluación del sector bancario europeo ya finalizada. La segunda ronda del programa de TLTRO, que se aplicará en diciembre de 2014, debería tener mejor acogida y, ahora que el programa AQR se ha completado, esperamos que la actividad bancaria se recupere y permita que las medidas del BCE ganen fuelle.
Hemos presenciado una corrección positiva para el mercado, pero esperamos asistir a un flujo constante de mejores noticias económicas sobre Europa en los próximos meses. Incluso si las previsiones a largo plazo sobre los bajos niveles de crecimiento demuestran ser realistas, la renta variable europea sigue manteniendo unas perspectivas bastante positivas.