Pese a los altibajos, no todo son malas noticias en Europa

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Firma: cedida (BNY Mellon IM).

TRIBUNA de Murdo MacLean, gestor de Inversión, Walter Scott & Partners, y parte del equipo de gestión del BNY Mellon Long-Term Global Equity Fund. Comentario patrocinado por BNY Mellon Investment Management.

"History is just one damn thing after another". Esta cita, que se atribuye al historiador británico Arnold J. Toynbee (entre otros) y que podríamos traducir libremente como «la historia no es más que una simple enumeración de hechos», encierra algo de verdad sobre la historia económica de Europa desde la crisis financiera mundial. La economía de la región ha sufrido numerosos episodios de volatilidad desde la debacle de 2007-08, que dejó a los bancos europeos, como a los del resto del mundo, en cuidados intensivos financiados por los Estados, y que vino seguida de la crisis de deuda europea (la crisis del euro),que puso a prueba las propias bases de la Unión Europea.

El año pasado, justo cuando estaba saliendo bien parada de la pandemia de COVID-19, la región volvió a la palestra por el temor a una espiral recesiva, resultado de una inflación disparada por el conflicto en Ucrania, un consumo lastrado por el aumento de los costes energéticos y la postura restrictiva de los bancos centrales. Un año después, Europa se ha adaptado a las nuevas circunstancias con una celeridad inusitada. Dejando de lado las interferencias de Rusia, la región ha logrado independizarse en gran medida del suministro ruso, ayudada por unas amplias reservas, por sus esfuerzos por encontrar proveedores alternativos y por un invierno suave.

Parece cada vez más probable que cualquier desaceleración económica relacionada con la energía será moderada y se confía en que el próximo invierno podrá mantenerse un suministro de gas adecuado. Aunque muchas grandes empresas europeas se han mostrado resilientes ante este creciente número de desafíos, el genio de la inflación aún no ha regresado a la lámpara.

Invertir en Europa implica no hacer conjeturas

Independientemente del clima económico, nuestro enfoque no se basa en conjeturas macroeconómicas, sino en un análisis bottom-up centrado en las perspectivas de crecimiento a largo plazo de empresas de calidad. Nos referimos a empresas líderes en sus respectivos mercados que cuentan con poder de fijación de precios y altos márgenes de explotación que les permiten mitigar los aumentos de costes, así como con la solvencia financiera necesaria para que el negocio pueda capear unas condiciones más difíciles. Muchas están diversificadas geográficamente y tienden a ofrecer un producto o servicio que les otorga una ventaja competitiva y un amplio potencial de crecimiento capaz de resistir las crisis periódicas que puedan encontrarse con el tiempo.

Terreno fértil

Europa sigue siendo terreno fértil para las empresas de calidad. Aunque la región ha tendido a comportarse peor que otras, estas empresas pueden sobrevivir en los entornos económicos más hostiles, por lo que la amenaza de recesión no les ha restado calidad a muchos valores cotizados europeos.

Europa es la cuna de empresas de productos de lujo icónicas con marcas y una historia difícil de replicar, como LVMH. El grupo francés cuenta con diversas marcas que abarcan desde bebidas alcohólicas y productos cosméticos que podríamos definir como 'lujo accesible' hasta exclusivos artículos de piel y champán de alta gama. El sector del lujo ha crecido a una tasa anual del 6% en los últimos 25 años y la diversificación de LVMH le ha permitido superar ese porcentaje cada año durante este periodo, hasta el punto de convertirse recientemente en la primera empresa europea en superar los 500.000 millones de dólares de capitalización de mercado. Se dice que el consejero delegado de LVMH, Bernard Arnault, inventó la paradoja de 'vender exclusividad por millones', algo que se ve reflejado en la disciplina de precios de la empresa. Con el foco puesto en un crecimiento orgánico y sostenible, la fortaleza de la marca garantiza que los precios solo se muevan en una dirección (al alza) y el hecho de que la empresa controle el 100% de la distribución se traduce en unos mayores márgenes brutos.

En el ámbito farmacéutico, Europa alberga importantes empresas que destacan en innovación, como Novo Nordisk. La farmacéutica danesa es una empresa sostenible de calidad que destina el equivalente al 13,6% de sus ingresos a investigación y desarrollo (I+D), dando lugar a una extensa gama de tratamientos. Novo Nordisk fue la primera en fabricar insulina con fines comerciales en 1923 y, desde entonces, ha aplicado sus conocimientos sobre la diabetes a otras enfermedades crónicas como la hemofilia o la obesidad. La farmacéutica se ha centrado ahora en la enfermedad de Alzheimer, lo que, en nuestra opinión, demuestra su determinación por innovar y sostener su trayectoria de crecimiento a largo plazo.

Diversas empresas disfrutan de una posición privilegiada para beneficiarse de un futuro basado en el hidrógeno. Las empresas de gas industrial, como Linde, están bien posicionadas para aprovechar la economía del hidrógeno y están liderando el cambio mediante la inversión en tecnología e infraestructuras que contribuyan a su adopción a gran escala. Fundada en Alemania y domiciliada en Irlanda, Linde cuenta con una amplia oferta, una extensa red de recarga de hidrógeno y electrolizadores en funcionamiento. En 2019, Linde realizó una inversión estratégica en ITM Power, empresa que cotiza en el mercado alternativo (AIM) británico y que fabrica soluciones energéticas integradas de hidrógeno que mejoran la utilización de la energía renovable.

Pese a las dificultades, Europa sigue siendo el hogar de grandes compañías que seguirán destacando a nivel internacional, con independencia de su domicilio social.