Psicología de mercado: un análisis complementario en la toma de decisiones de inversión

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Joel Filipe (Unsplash)

En este artículo me voy a centrar en la psicología del mercado financiero, concretamente al cotizado, pero puede hacerse extensible a otro tipo de mercados; además voy a utilizar el símil del psicólogo así como lo hice en mi anterior artículo, El Planificador, con el médico de cabecera y los especialistas.

Vamos a empezar con un ejemplo real: justo antes de la crisis financiera, iniciada a finales del 2007, el Banco Santander cotizaba en bolsa a 10,75 euros por acción; en marzo del 2009, es decir algo más de un año, llego a cotizar a 3 euros (cotizaciones descontando dividendos pagados hasta la fecha actual, pero para el caso, no es importante a nivel cuantitativo e ilustrativo); el resultado es que la capitalización bursátil de este valor llegó a valer un 70% menos!!!; hasta aquí podríamos decir que probablemente por todo lo sucedido en los mercados, en el sector, y a la vez en propio negocio del Banco, podía ser coherente y justo con su cotización, pero no lo creo, ya que en enero del 2010, es decir, en menos de 1 año desde estos mínimos vistos, volvió a cotizar lo mismo que lo hizo a principios de esta serie temporal descrita, 10,75 euros, que supone una subida de un 260%.

¿Continúo? por supuesto; en los tiempos actuales, finales del 2011, es decir, casi 1 año después cotiza a 5,6 euros, que representa una caída del 48%. Podrían pensar que al escoger un valor bancario ha sido un ejemplo que representa poco a la media, pero no es así, en la mayoría de los valores internacionales ha ocurrido igual o gran parte de lo descrito.

Que mañana una empresa pase de cotizar 10 euros cuando hace 2 semanas estaba a 8 no tiene ninguna explicación económica real. De hecho, si tenemos en cuenta, por decir algo, que la economía crece un 2% a largo plazo, deberíamos ver que la bolsa a largo plazo suba eso (más la inflación). Sin embargo, en un año cualquiera, fácilmente veremos la bolsa desviarse un 20% al alza o a la baja. ¿Hay sentido económico en ello o se trata solo de oscilaciones provocadas por la variable “gusto de las masas”? (Teoría de las Masas)

Creo que no hay sentido económico y que esos movimientos son oscilaciones "provocadas por el miedo y la avaricia" del mercado. Y que por eso, estudiar el sentimiento es una forma correcta de abordar el mercado en el corto plazo, ya que si no hay sentido económico detrás de un movimiento, solo hay un sentido psicológico y/o sociológico. De esta manera, al economista no le servirá de nada saber de economía, y el psicólogo es posible que tenga más facilidad para entender los movimientos bursátiles, que, como hemos dicho, son más basados en proyecciones mentales de la masa que en realidades contantes y sonantes.

Incluso se podría ir un paso más allá y decir que los economistas y financieros en general, por definición, o mejor dicho, por deformación profesional, son malos inversores. "¿te preguntaste por que la mayoría de los gestores no baten al S&P500? Porque son ovejas y las ovejas van al matadero", (Gordon Gekko - personaje de ficción de la película Wall Street).

Cuenta la sabiduría bursátil que cuando todos estamos de acuerdo en algo, lo más probable es que ocurra justamente lo contrario. Dicho de forma más técnica, cuando existe un acuerdo unánime entre los participantes del mercado sobre cuál es el escenario bursátil más probable; los propios participantes, habiendo ya consumido su liquidez y posicionados en el mercado a favor de dicho escenario, anulan su realización por falta de nuevos inversores que lo impulsen a ir más allá.

En mi opinión es que en el medio plazo (1 a 3 años), la bolsa tiene que ver bastante poco con la economía real, y se trata solo un juego psicológico, de expectativas, de movimientos y contra movimientos.

Si conociéramos cuál es el “sentir popular” de los participantes del mercado, podríamos permanecer atentos a cuando esos momentos de “acuerdo general” se vuelven peligrosamente unánimes. Posponer una compra o una venta, esperando mejores momentos para entrar o salir del mercado. ¿Pero cómo medir con mayor precisión ese “consenso”? Existen encuestas que intentan medir ese “sentimiento del mercado”. Pero como todas las encuestas, uno puede hacer una cosa y luego decir otra, con lo que mucha gente no las considera fiables. Para medir ese escurridizo valor, que es más emocional que otra cosa, con mayor precisión, se recurre una herramienta llamada VIX, o Índice de Volatilidad Implícita de las opciones intercambiadas sobre el S&P500. Ahí nadie puede mentir. Si se cruza una opción, se trata de dinero real que cambia de manos, por lo que los participantes están materializando, cada uno con un punto de vista inverso, exactamente su visión del mercado.

¿Pero qué es el VIX? La volatilidad, definida estadísticamente como la desviación estándar de las rentabilidades diarias pasadas, es un valor ex post. Esto es, se trata de un número que conocemos midiendo cómo se ha comportado el pasado. Éste valor, la volatilidad histórica, es un parámetro esencial a la hora de valorar con objetividad el precio de una opción financiera. A mayor volatilidad, mayores serán los precios de las opciones, pues hay más probabilidades de que los subyacentes se muevan “más”. Sin embargo, una cosa es la teoría y otra la práctica.

Efectivamente, el estado psicológico más o menos alterado de los operadores del mercado presiona las horquillas de precios de las opciones a desplazarse alejándose de su nivel teórico, dado por la ecuación de Black-Scholes. Este efecto nos permite medir con una gran precisión y en tiempo real cual es el sentimiento que se está viviendo en el mercado (o cuánto nos desviamos, en euforia o miedo, de “lo razonable”). Al meter el precio cruzado y despejar la volatilidad histórica de la ecuación de Balck-Scholes, obtenemos lo que se llama el VIX, o volatilidad implícita (que se está cotizando) de las opciones.

Pero no nos asustemos, no tenemos que calcularlo nosotros. El propio mercado de Chicago ya nos lo da en tiempo real, y podemos consultarlo de forma gratuita en cualquier web con datos de mercado, por ejemplo en Yahoo. Estudiando cómo se comporta el VIX a medio plazo, podemos sacar importantes indicaciones sobre en qué momento de ese “sentimiento de mercado” nos encontramos. Efectivamente, siempre que su valor se ha acercado o sobrepasado 50 de forma brusca, se han producido suelos de mercado en el corto plazo. A la inversa, un valor alrededor de 15, suele coincidir con techos de mercado en el medio plazo.

Este enfoque en realidad no podría existir si la hipótesis del mercado eficiente fuera cierta, ya que constantemente el comportamiento del precio se determinaría por la lógica de los fundamentos. Un enfoque “contrarian” sólo puede existir porque los precios son determinados principalmente por el sentimiento del mercado.

Existen muchos indicadores de sentimiento, así como una variedad casi infinita de maneras de interpretarlos. En cualquier caso, se deben utilizar junto con otros indicadores: “análisis fundamental” de las compañías, posicionamiento de éstas en su sector, ratios de liquidez en el sistema, estudio macroeconómico, etc…
Sólo me queda concluir que la mejor decisión de inversión pasa por contratar a un asesor “cualificado” que aún estando este muy preparado en varias materias financieras va ha tener que igualmente lidiar con esta gran fuerza, el sentimiento.