Siempre positivo, nunca negativo

fernando_cano
FP

¿Qué les llama más la atención, un producto cuya rentabilidad es 3% o uno cuya rentabilidad es -15%? Aunque está claro que uno prefiere no perder dinero, algo en el inconsciente hace que le llame más la atención ese -15%, pensando que, ojalá, nunca tenga que soportar esa pérdida.

Como el ser humano no es un ente desprovisto de sentimientos e impulsos, como lo podría ser un robot, la psicología intenta explicar los comportamientos humanos que, algunas veces, distan mucho de ser totalmente racionales. Si la psicología se empasta con la economía, tenemos la herramienta perfecta para explicar el comportamiento de los inversores, llamada “behavioral finance” (teoría que afirma que las variables psicológicas afectan y, con frecuencia, distorsionan la toma de decisiones del individuo). Es asombroso cómo ciertas anomalías o comportamientos no racionales del inversor puede influir en el diseño de las políticas de asset allocation.

¿Realmente los individuos son adversos al riesgo o más bien adversos a las pérdidas? Muchos de ellos preferirán evitar pérdidas a lograr altas ganancias, y esa asimetría hace que los inversores no quieran ver ni por asomo rentabilidades negativas en sus carteras. Psicológicamente, las pérdidas son más “poderosas” que las ganancias. Este comportamiento se acentúa más en los inversores minoristas que en los inversores institucionales, donde para éstos últimos el performance relativo a un índice es más relevante, pero aun así siempre es más difícil justificar un resultado negativo. Si sabes que tu cliente es especialmente sensible a las pérdidas, puedes diseñar una política de inversión que tenga una limitación en cuanto a volatilidad o pérdida mayor esperada.

Otro caso peculiar es el efecto llamado “mental accounting”, donde el inversor pone toda su riqueza en distintas “cuentas” separadas, cada una con un objetivo y con un riesgo determinado. Este tipo de inversor mira su cartera por trozos y no como un conjunto total donde interactúan todas las partes. La estrategia óptima en este caso sería adoptar un asset allocation con foco en la multi-estrategia.

¿Quién no se ha arrepentido alguna vez de haber comprado un título a un precio mejor o de no haber vendido un título a un precio justo antes de su desplome? Recuerdo la frase de un gestor muy reconocido con algunos premios a sus espaldas: “No teníamos que haber vendido Inditex tan pronto”. Ese arrepentimiento puede influir en dos aspectos: primero, puede que tengas la necesidad de tener una cartera muy diversificada y, segundo, si el inversor es sensible a las comparaciones del resto de competidores, limita que te desvíes mucho del asset allocation medio de dichos competidores y replicas lo que hace el resto de inversores de mercado.

Hay que ser conscientes que todo lo que nos han enseñado y/o explicado se basa en unos modelos en los cuales las hipótesis descansan sobre cómo los inversores y los mercados “deberían” comportarse, unos inversores que son “racionales” y que construyen carteras “óptimas” dentro de unos mercados totalmente “eficientes”. Pero sin embargo, la realidad no es tan “perfecta” ni los inversores son 100% racionales. Por eso es necesario examinar esos comportamientos o anomalías que afectan las decisiones financieras de los individuos, y cómo la suma de todos ellos constituyen el mercado en su conjunto. Junto al balance y la cuenta de pérdidas y ganancias, habría que tener en cuenta esos “balances de comportamientos” no explicados por el análisis matemático.

Sólo con el permiso de nuestros mercados soberanos, intenten lograr siempre “rentabilidades positivas, nunca negativas”.