TRIBUNA de Borja Rubí, asociado EFPA Nº 9.764 y finalista del concurso de febrero de EFPA España y Funds People.
Trick or treat es la mejor manera de definir el tira y afloja entre el BCE y el nuevo gobierno griego. El intercambio de sustos y dulces entre ambas partes está poniendo nerviosos a los mercados financieros los cuales no han tenido tiempo de celebrar el tan ansiado QE. Todo apunta a que el 2015 será un buen año en renta variable, especialmente para la europea, pero como humanos que somos la memoria fotográfica en ocasiones nos juega malas pasadas. A día de hoy nadie se acuerda de la crisis en Ucrania, ni tampoco nos acordábamos de los problemas del país heleno. Si algo he aprendido en los últimos años es que los mercados son cíclicos y si bien este 2015 será un buen año para la bolsa, volveremos a sufrir con Ucrania y ni que decir tiene que ya lo hacemos con Grecia.
Aún con todo y con eso, intento dejar mi memoria fotográfica a un lado y pensar en el año 2012 cuando por aquel entonces todas las quinielas apuntaban a la salida del euro de España, corralito y vuelta a la peseta. La incertidumbre y la volatilidad fue extrema, pero realmente todos sabíamos que no sucedería y hoy, tres años después, lo hemos olvidado. Es por ello, que en la segunda mitad del año habremos olvidado el problema griego y estaremos inmersos en uno nuevo como por ejemplo el exceso de cereal y algodón en China. En el supuesto de una salida de Grecia del euro y su vuelta al dracma, ¿Generará ingresos en dracmas y pagará su deuda en euros? Entiendo que en ese caso habrá trato y no truco para los griegos.
Que el año promete ser optimista es un sentimiento generalizado. Quizá en Europa estemos un paso por detrás de EE.UU., los cuales ya crecen a ritmo del 2,5%, pero si pensamos en perspectiva vemos que pocos ases en la manga quedan. Echando la vista atrás se han tomado todas las medidas posibles de expansión lo cual me deja con un sabor agridulce, ya que de no funcionar el último as de trébol del BCE, estaremos en un serio aprieto. El BCE y los países miembros de la eurozona, han realizado ajustes de gasto público y han contenido déficit. El consumo privado de las familias se ha reducido al máximo y el tejido empresarial ha reducido costes y deuda quedando en un estado anémico severo. Por si esto fuera poco, los bajos tipos de interés, la caída del precio del petróleo y la depreciación del euro deberían ayudar a una nueva fase expansiva.
Por tanto solo podemos esperar que la última bala en la recamara del BCE con el QE debería ser el acicate de entrada en una nueva era de crecimiento. Discúlpenme pero no puedo evitar pensar ¿Y si no es así? Intento calmar mis nervios pensando que ésta última medida de estímulo monetario surtirá efecto y efectivamente el capital fluirá a través de las entidades financieras llegando a inversores, empresas y particulares. En un mundo idílico, el crédito debería reactivarse junto a la inversión y el consumo elevando el PIB de los países implicados. Si seguimos con el pensamiento cíclico ¿También debería de comenzar a fraguarse una nueva crisis? Nos encontramos ante un todo o nada, sin más ases en la manga que sacar, que suba ahora o calle para siempre.