TRIBUNA de José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España
De todo lo escuchado (y he escuchado/leído mucho) sobre el acuerdo alcanzado por el Ecofin sobre la Supervisión Bancaria, sin duda me quedo con esta apreciación que ha hecho el Gobernador del Banco Central de Portugal: un paso correcto. La parte negativa es la que subyace en esta valoración, tras ya casi cinco años de Crisis: todo va muy lento.
Merkel dijo hace unos meses que el EUR estaba mal diseñado, comenzando por el tejado y obligando con ello a los gobiernos actuales, en un escenario de Crisis económica y Crisis financiera, a tomar decisiones duras para hacerlo viable. Entre las decisiones duras están los ajustes de competitividad (la Canciller alemana es una firme defensora de aumentar el peso del sector manufacturero europeo a imagen y semejanza de su Alemania), los ajustes fiscales para reducir deuda (Merkel rechaza ahora y en el futuro la mutualización de la deuda) y la integración bancaria/fiscal. Ninguna de estas decisiones, ajustes e integración, pueden saltarse. ¿Dilatarse? Aparentemente, sólo la integración. También en este punto la Canciller alemana prefería tener un calendario claro y concreto para los próximos seis meses frente a una guía de actuación difusa a medio y largo plazo.
La decisión tomada sobre la supervisión bancaria es correcta, pero muchos la considerarán poco agresiva. Alemania se ha inclinado siempre por la supervisión por el ECB de las entidades con riesgo sistémico, que ahora han sido fijadas en 30 bn. EUR de activo. Apenas un 35% del conjunto de las entidades financieras europeas, en estos momentos más de 6000 entidades. Además, cuando se ha fijado para febrero del próximo año el objetivo de tener la legislación creada su puesta en práctica se aplazará un año más hasta marzo de 2014. O más tarde, si el ECB no estuviera a esa fecha preparado para la nueva tarea. En este punto también ha triunfado la tesis alemana, que siempre ha defendido dilatar en el tiempo la puesta en funcionamiento de la supervisión única hasta cerrar los flecos técnicos que pudieran existir.
¿Y ahora qué?, ¿qué ocurre con el Proceso para solventar las entidades con problemas?, ¿con la garantías europeas de depósitos?, ¿será suficiente todo esto para desligar el riesgo soberano del riesgo de las entidades financieras?. Son muchas preguntas, lamentablemente ahora sin una respuesta clara. Ya saben: el camino se hace andando. Pero todos tenemos la sensación de que la clase política “anda más rápida” si la presión de financiación aumenta desde los mercados. Al final, es la disciplina de los mercados la que ha impuesto que se tomen decisiones siempre extremas (y al final, siempre limitadas) en los últimos cuatro años. Pero la tensión desde el mercado se ha moderado una vez que el ECB anunció en septiembre el OMT. Un potencial instrumento potente para intervenir en el mercado de deuda. Importante, como mecanismo persuasivo. Pero ahora también estamos descubriendo que con un cierto riesgo moral a efectos de la clase política, reduciendo la presión para que avancen de forma decisiva en la solución de la Crisis. Si alguien realmente sabe cuál es su solución.