TRIBUNA de Germán García, asociado EFPA nº6.250 y finalista del concurso de abril de EFPA y Funds People.
En los últimos 30 años la labor de asesoramiento financiero en España ha sufrido un proceso degenerativo, pasado por diferentes fases. En los 80´s veíamos (en este caso yo no si no mi padre) un asesoramiento basado en la confianza pero poco profesional. En los 90´s vimos como nuestra actividad se veía completamente bancarizada y las grandes redes minoristas ponían en marcha todo su armamento para hacer de la colocación de producto su asesoramiento, ofreciendo (siempre a pie cambiado) productos de cuestionable valor añadido, el ejemplo más claro es el de los garantizados - ofrecidos siempre tras caídas brutales de los activos con riesgo y cuando el cliente se ve más vulnerable a este tipo de activo -. Y, por último, la década de los 2000, en dónde hemos visto cómo se han vendido muchos productos con un riesgo muy superior al umbral de sueño de los clientes.
Las crisis son momentos de oportunidad. Momentos en los que tenemos que hacer examen de conciencia y plantear cómo pilar del trabajo de asesoramiento la honestidad para con el cliente y, alinear nuestros intereses con los de todas y cada una de las personas a las que queremos ayudar.
Desde el comienzo de la crisis - que poco a poco parece que vamos abandonando - se nos ha presentado esta oportunidad y hoy, en 2014, no podemos caer en los mismos errores. En la situación actual de los mercados con una represión financiera global encima de la mesa (tipos en mínimos históricos), la volatilidad de los activos con riesgo muy tranquila y, muchas ganas por parte de algunos clientes de asumir más riesgos de los que sabemos que pueden afrontar (conocido su comportamiento psicológico y necesidades en el periodo 2008-2012) en búsqueda de rentabilidades pasadas irrepetibles, sería fácil volver a tropezar con las mismas piedras.
El asesoramiento va a ser clave fundamental en las próximas décadas debido a que, si o si, vamos tener que planificar los ahorros de nuestros clientes: la situación del sistema de pensiones no da para mucho más. Para ello, no podemos poner en peligro la estabilidad a medio y largo plazo del patrimonio asesorado. No cometer errores significa ir de la mano con el cliente, conocerle a fondo y cumplir con tres palancas básicas para cualquier inversión: conocer y saber explicar qué, cómo y porqué recomendamos, diversificar nuestro patrimonio financiero todo lo que podamos y echarle sentido común a las decisiones.
Espero que aprovechemos esta nueva oportunidad. ¡Alea jacta est!