En un mundo en el que la deuda pública pesa como una losa, los miembros de los jurados que deciden la adjudicación de los grandes eventos deportistas, como la copa del mundo del futbol, tienen, si cabe, mucha más responsabilidad. Por ello, no sorprende que se decida en favor de anfitriones que puedan afrontar el elevado coste económico de dicho evento. Tras haber adjudicado los Juegos Olímpicos a Rio de Janeiro para 2016, se ha visto confirmada esta tendencia con la elección de Rusia y Qatar como organizadores de los mundiales de fútbol 2018 y 2022, respectivamente.
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