Según Amundi, Estados Unidos, Austria o la propia Francia evidencian que ser despojado de la máxima calificación crediticia no tiene por qué tener un fuerte impacto en el mercado ni acarrear consecuencias para la financiación de un país.
La pérdida de Francia de la triple A ha reducido el selecto grupo de países que actualmente disfrutan de la máxima calificación crediticia. Según Amundi, el país debe hacer frente a enormes desafíos, pero estos problemas no son insuperables. “Francia no tiene que volver a inventar un modelo de crecimiento económico como España, hacer una recaudación de impuestos más eficiente como Grecia o salvar su sistema bancario como Irlanda. Sin embargo, es evidente que la deuda pública gala –al igual que la austriaca, la finlandesa o la holandesa- no se merece tener un diferencial tan bajo como el que actualmente disfruta con respecto al bund alemán”.
En opinión de la firma, a pesar de la rebaja de rating, Francia debe seguir siendo considerado un país del núcleo de Europa (core). Las razones son varias. “La primera: su déficit público es más bajo que el de otros muchos países de la eurozona e incluso que el de otras economías avanzadas. En segundo término: la capacidad del país para absorber la deuda pública es alta, especialmente en vista de la elevada tasa de ahorro”. Con todo, Amundi considera que “perder la triple A en los tiempos que corren no es ningún problema: la AA sigue siendo una buena nota en el actual entorno”.
A este aspecto, basta con recordar que actualmente solo quedan 12 países en el mundo con rating AAA, de los cuales cuatro se encuentran en la eurozona (Alemania, Finlandia, Luxemburgo y Holanda). Hay que mencionar, sin embargo, que dos de ellos –Luxemburgo y Holanda- tienen una perspectiva negativa por parte de dos de las tres principales agencias de riesgos. Sin embargo, Amundi considera que hay ejemplos que demuestran que haber perdido la máxima calificación crediticia no tiene por qué tener un significativo impacto en el mercado ni acarrear serias consecuencias en lo que respecta a la financiación del país al que se la retiran.
El hecho de que Estados Unidos, Austria y más recientemente Francia hayan sido despojadas de la codiciada triple A no ha llevado a los inversores a tomar decisiones radicales en sus carteras. A muchos gestores no les está permitido invertir en los mercados periféricos. Por ello, tienen que concentrar sus inversiones en los países del núcleo de Europa. “La rentabilidad en estos mercados está en Francia o Bélgica. Aunque los rendimientos son más atractivos que en Alemania, siguen siendo muy bajos en todos los tramos de la curva, lo cual es bueno para ellos ya que les permite restaurar la solvencia, algo que no es baladí en el actual contexto”.
En este sentido, Amundi asegura que Francia es un país solvente y su solvencia seguirá aumentando durante los próximos años. “Incluso en los peores escenarios que manejan los inversores, nadie predice que el país vaya a ir corriendo a la eurozona, la UE o el FMI en busca de ayuda. Francia es, al igual que Alemania, uno de los países que acuden a rescatar a los demás. No obstante, esto no significa que el país tenga que hacer frente a importantes retos. Entre ellos, la firma cita la creciente incertidumbre sobre la recaudación fiscal, la competitividad, el déficit, la capacidad de resistir los choques en la eurozona o la rigidez de su mercado laboral.