Por qué no siempre es buena idea apostar por los fondos con mayor active share

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Anlopelope, Flickr, Creative Commons

Una de las afirmaciones más controvertidas de Cremers y Petajisto, inventores del concepto de ‘active share’ –el porcentaje de la cartera de un fondo que difiere de su índice de referencia y que por lo tanto permite determinar el grado de gestión activa que ejerce el equipo gestor del fondo– tiene que ver con su capacidad para predecir qué fondos conseguirán batir a sus índices de referencia. Pese a la popularidad que ha adquirido esta ratio en los últimos años, o precisamente por ello, numerosos estudios han puesto en duda su utilidad como herramienta predictiva.

Ahora Morningstar también ha puesto la lupa sobre este parámetro. Y la conclusión es que, a la hora de usar el active share como herramienta de selección de fondos, más no siempre equivale a mejor. En su informe Active Share in European Equity Funds, la firma de análisis ha examinado una muestra de 456 fondos de renta variable europea de gran capitalización pertenecientes a las categorías Europe Large-Cap Value Equity, Europe Large-Cap Blend Equity y Europe Large-Cap Growth Equity. Los datos abarcan el periodo entre enero de 2005 y junio de 2015.

Aunque, en general, el estudio demuestra que los fondos más activos se han comportado mejor que los del cuartil menos activo en todos los periodos de cinco años analizados, “a medida que aumenta el porcentaje de active share, también lo hace la dispersión de rentabilidades y de riesgo”, afirman los autores del informe, que advierten de que los fondos que mejor se comportan, pero también los que peor lo hacen, se encuentran entre los que tienen un active share más elevado. “La dispersión en las rentabilidades adicionales de los fondos con un active share a cinco años inferior al 60% oscila entre el 4,0% y el -5,0%, aunque la mayoría se concentra en un rango más estrecho. Sin embargo, conforme aumenta el active share, también lo hace el rango de rentabilidades adicionales, que oscilan del 6,7% al -11,0%”.

En concreto, los datos demuestran que los fondos que difieren de su índice de referencia en al menos un 90% se han comportado peor que el fondo medio del cuartil con el active share más elevado en todos los periodos analizados, lo que sugiere que “no es el nivel de desviación con respecto al índice lo que determina un mejor comportamiento del fondo, sino la calidad de las posiciones activas de la cartera”.

Factores de riesgo

Uno de los aspectos que identifican los autores del informe es que, a medida que aumenta el active share, ganan peso diversos factores de riesgo que los inversores deben tener en cuenta. Por ejemplo, los fondos más activos suelen mostrar un sesgo mucho más pronunciado que la media por ciertos estilos de inversión, lo que acaba influyendo mucho más en los resultados del fondo que el grado de gestión activa.

Otro factor de riesgo es la mayor presencia de posiciones en empresas de pequeña y mediana capitalización, incluso entre los fondos objeto de estudio, que invierten mayoritariamente en grandes capitalizadas.

Por último, el informe revela que existe una relación entre el active share y el tracking error, que puede ayudar a calibrar el grado de éxito de los fondos con cierto nivel de gestión activa. Como muestra el gráfico, los fondos más activos tienden a comportarse peor (puntos rojos) cuando también registran un tracking error elevado.