Los mercados celebran la nueva ronda de estímulos cuantitativos, pero las gestoras internacionales reciben las medidas con escepticismo y preocupación.
“Hoy hemos mostrado que no estamos quedándonos sin munición. Si nos rindiéramos habríamos tenido deflación, lo que incrementa el valor real de la deuda”. Esta declaración de intenciones de Mario Draghi es la última reválida de su famoso “lo que sea necesario”. Seis puntos condensan las acciones anunciadas hoy por la autoridad monetaria europea, siendo el primero de ellos la caída del tipo de interés oficial definitivamente al 0%, frente al 0,05% en el que llevaba instalado desde el 10 de septiembre de 2014. También se ha anunciado el recorte en otros 5 puntos básicos en la facilidad de préstamo hasta el 0,25% y el recorte de la facilidad de depósito en 10 puntos básicos hasta el -0,4%. El PSPP incrementará el volumen de adquisiciones de 60.000 millones de euros a 80.000 millones de euros al mes y se lanzará una segunda ronda de cuatro TLTROs con vencimiento a cuatro años.
Las condiciones de préstamo diferencian a esta ronda de la “barra libre” de la que disfrutaron los bancos europeos con anterioridad al llevar letra pequeña: en el caso de aquellos bancos cuyas necesidades netas de financiación excedan al índice, podrán financiarse al mismo tipo de interés de la facilidad de depósito. “Un banco que sea muy activo prestando a la economía real podrá pedir prestado más que los bancos que sean activos de otras maneras”, aclaró Draghi. Salvo el TLTRO II, que se aplicará a partir de junio, todas las medidas anteriormente expuestas se harán efectivas a partir del 16 de marzo. “Creemos que es elevadamente significativo que Draghi enfatizase que los estímulos cuantitativos futuros probablemente se trasvasen desde los tipos a otras medidas no convencionales” comenta sobre esta última reunión del BCE Marilyn Watson, responsable de estrategia mundial de productos de renta fija unconstrained de BlackRock.
A ellas se debe añadir la que ha sido sin duda la propuesta estrella: la inclusión en el universo de activos elegibles para su adquisición de los bonos corporativos con grado de inversión emitidos por entidades no financieras con sede en la zona euro. El nuevo programa de compra de deuda corporativa arrancará a finales del segundo trimestre de 2016. Esta nueva medida puede marcar un punto de inflexión; Rowena Macfarlane, analista de deuda soberana de Standish (parte de BNY Mellon IM) ha calificado esta última reunión del BCE como “fecha clave para los inversores de deuda global y de crédito”, en referencia a las expectativas que ha creado el banco central en las últimas semanas “aunque estas medidas llevan largamente en precio en el mercado”.
No obstante, es necesario incidir sobre el matiz semántico del comunicado del BCE, puesto que sus palabras se refieren únicamente a la inclusión de esta clase de activo en el universo de deuda elegible. Tal y como declaraba hace unos días a Funds People Scott Meech, co responsable de renta variable europea de UBP, “Incluso aunque no haga nada, si Draghi dice que son opciones que esté considerando será de ayuda”. “Decir que el BCE se está quedando sin herramientas es ridículo. Por poder, podría hasta invertir en proyectos de infraestructuras en Europa”, añadía el experto (leer más). Maxime Alimi, analista de AXA IM, indica por su parte que se podrían incluir más tipos de activos al universo elegible, “como REITS o renta variable”. "Dado el frágil escenario de precios previsto para los próximos años, esperamos que el QE se extienda más allá de marzo de 2017, al menos otros seis meses”, señala el experto.
Mario Draghi insistió en numerosas ocasiones durante su discurso sobre la importancia de reactivar la economía real mediante el canal de crédito, así como de proteger el coste de la vida de presiones deflacionarias, justificando así las decisiones tomadas en esta nueva reunión histórica del BCE. Las nuevas previsiones de la entidad apuntan a que la inflación se situará en el 0,1% en 2016 y espera que mejore hasta el 1,3% en 2017 y el 1,6% en 2018. Asimismo, el BCE espera que el PIB real de la zona euro crezca un 1,4% en 2016 (frente al 1,7% que esperaba en diciembre), un 1,7% en 2017 y un 1,8% en 2018. La experta de BlackRock comenta al hilo de las previsiones sobre la inflación – por primera vez se publican las de 2018- que la gestora conserva una visión positiva sobre la deuda ligada a la inflación de mayor vencimiento tanto en Europa como en EE.UU. “Creemos que los exiguos break-evens que se han puesto en precio están muy bajos, particularmente a la luz de los objetivos de inflación del banco central”, comenta.
El presidente de la entidad dedicó igualmente parte de su intervención a defender la salud de los bancos europeos, afirmando que “la rentabilidad agregada del sistema bancario no ha sido entorpecida por los tipos negativos”. De hecho, llegó a afirmar que “las experiencias con tipos negativos han sido muy positivas”. “Lo último que quiere hacer el BCE es minar al sistema bancario, que es la fundación del crecimiento del crédito y la concesión de préstamos. Se necesita que hayan cambios fiscales y estructurales para gestionar enorme excedente de deuda global” observa Regina Borromeo, gestora de Brandywine (filial de Legg Mason Global AM). Bastien Drut, estratega de Amundi, disiente de esta afirmación: “Los alemanes prefieren que se penalicen los depósitos a que se incremente el QE, es un problema político. No obstante, esta decisión es negativa para la banca europea porque los bancos están en peor forma que hace unos años, en el sentido de que para ellos es más difícil hacer crecer los márgenes”.
Medidas de más envergadura, pero con menor impacto
En los momentos posteriores al nuevo anuncio, los parqués europeos estaban de fiestas, con el Ibex 35 y el Ftse Mib registrando subidas cercanas al 4%. Adicionalmente, la deuda periférica vivió un rally alcista. Sin embargo, al cabo de una hora los mercados se volvieron a apaciguar, hasta el punto de llegar al cierre prácticamente planos. El euro mostró fuertes oscilaciones en un periodo récord de tiempo, revelando la multitud de inversores que estaban operando activamente en el cruce. “Aunque la acción pueda haber excedido las expectativas, el presidente del BCE decepcionó luego a los mercados con su comentario durante la rueda de prensa de que el consejo no estaba buscando más recortes de tipos. Esto revirtió el rally de la renta variable y llevó a un fuerte rebote del euro hasta 1,12 frente al dólar, después de una caída inicial hacia 1,08 dólares”, interpreta Keith Wade, economista jefe de Schroders.
No obstante, varios gestores han mostrado su preocupación por la pervivencia del efecto confianza que tan bien se le ha dado crear a Draghi a lo largo de su trayectoria al frente del BCE. “El impacto de las últimas dos o tres reuniones del BCE ha sido bajo. Me preocupa la reacción que puedan tener los mercados pues, con independencia de lo que se anuncie la longevidad del impacto de las nuevas medidas de estímulos es inferior”, declaraba en un encuentro con periodistas en Londres Stephen Thariyan, responsable global de crédito de Henderson.
Durante el mismo encuentro, el gestor John Bennett declaraba: “No creo que sea creíble ningún banco central del mundo. Creo que los bancos centrales van a dar la impresión de tener la situación bajo control, pero que no la están controlando tanto en realidad”. Asimismo, el veterano experto añadía que, más allá de comprar deuda corporativa, el BCE debería haber anunciado la adquisición de activos bancarios para contentar verdaderamente al mercado.
“Creemos que es el final del juego para la política monetaria y ya se está viendo en Japón: el Banco de Japón anuncia los tipos negativos y el yen se debilita y el Nikkei sube, pero al día siguiente el yen se vuelve a apreciar y el Nikkei registra fuertes ventas", comenta el experto de Amundi. Éste considera que la pelota ha cambiado de tejado : "Es la hora de que los políticos tomen decisiones, no se ha continuado recientemente con las reformas”.
Desde M&G Investments, Stefan Isaacs muestra una postura menos pesimista: "Al superar las expectativas del mercado, las medidas del BCE deberían apuntalar la confianza, contribuir a un incremento de la concesión de préstamos y a aumentar las perspectivas de inflación". El experto añade la siguiente reflexión: "Si bien Mario Draghi no lo reconocerá públicamente, el BCE tendría que ser consciente de que está llegando al límite efectivo de lo que puede hacer para respaldar la economía. También es necesaria la aplicación de reformas estructurales y medidas presupuestarias".