Quien hubiese invertido dinero el 1 de enero de 2008 en bonos estadounidenses a diez años y hubiese tenido suficiente estómago como para mantener su inversión durante toda la década, hoy habría prácticamente duplicado su inversión (+48,71% hasta el 31 de diciembre de 2017); quien hubiera hecho la misma operación con el bund alemán a diez años, hoy habría ganado un 89%, (104% si hubiera decidido venderlo cuando el bund tocó mínimos históricos, al cotizar en negativo), y alrededor de un 65% en el bono español a diez años. De la misma manera, aquellos que invirtieran en el S&P 500 al comienzo de 2008, manteniendo su inversión en los diez años posteriores, habrían capturado una revalorización del 84% (datos a 31 de diciembre de 2017), y del 55% si hubieran optado por invertir en el Nikkei 225. En cambio, quien hubiera invertido durante ese mismo periodo de tiempo en el EuroStoxx 50 o en el Ibex 35 habría salido perdiendo, un 17,95% y un 34% concretamente.
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