Ha empezado 2018 y, a pesar de la perspectiva de una política monetaria más normalizada, lo cierto es que más del 20% de la renta fija global sigue cotizando con tipos negativos. Entre tanto, la demanda de rendimientos sigue alta, particularmente en Europa, lo que está planteando serios dilemas a inversores y gestores de fondos. Y por el momento, parece que la tónica será similar, ya que Mario Draghi indicó en la primera reunión del BCE del año que las probabilidades de una subida de tipos en 2018 son muy bajas, por no decir nulas.
“A ojos del BCE, lo importante es fijar un tipo de interés adecuado e importa muy poco si ese tipo adecuado resulta que es negativo, pero a los inversores sí les importa que sea negativo: por lo general, desean al menos recuperar su capital”, recuerda David Buckle, responsable de análisis cuantitativo de Fidelity International. Éste alerta, como lo han hecho recientemente otros expertos como el también gestor de Fidelity Ian Spreadbury o Dorian Carrell, gestor de Schroders, que numerosos inversores han optado por asumir mayores riesgos para seguir obteniendo esas rentas.
Si bien en un entorno normal el incremento del riesgo suele justificar un potencial de retorno superior, en cambio en un contexto de tipos negativos resulta que un depósito a plazo fijo tiene garantizada la pérdida de capital. “En este entorno perverso, se necesita riesgo de inversión para reducir la probabilidad de pérdida. Los bonos europeos presentan una probabilidad de pérdida en torno al 50%”, afirma Buckle. Éste indica que las únicas clases de activos donde el inversor tiene una probabilidad superior al 50% de recuperar el capital son los bonos corporativos con grado de inversión, el high yield, la renta variable y las inversiones alternativos. “En un mundo con tipos de interés negativos, el deseo de proteger el capital es un indicador de la tolerancia al riesgo, no de la aversión al riesgo”, sentencia el experto.
La cuestión, continúa Buckle, es que en el último año los activos de riesgo se han comportado tan bien que en muchos casos los inversores han podido digerir con facilidad su tolerancia al riesgo. Pero claro, la situación no puede prolongarse eternamente, y de ahí que cada vez más gestores estén comunicando a sus inversores un ajuste defensivo de sus carteras para protegerse de una eventual corrección, como han sido los casos recientes de Paul Read, gestor de Invesco (leer más), o de Louis D’Arvieu, de Amiral (leer más).
¿Qué podría desencadenar una corrección de los mercados?
“La asunción excesiva de riesgo generalmente provoca pánico, y cuanto más dure la asunción de riesgo, mayor podría ser la corrección, pero ninguno de los baches que hemos visto en las bolsas durante los últimos años ha espantado a los inversores”, continúa el responsable de inversión cuantitativa, que añade que, en los últimos tiempos, cualquier revés – aunque fuera mínimo- del mercado ha sido interpretado como una señal de compra.
¿Qué podría cambiar esta dinámica? Según el experto, hay dos eventos en particular con un gran número de probabilidades: o bien “los tipos de interés suben, y nos devuelven a la normalidad”, o bien “un acontecimiento exógeno golpea el mercado (por ejemplo, un suceso político) y los inversores se sienten incómodos al darse cuenta de los exagerados niveles de riesgo que están asumiendo”. Recientemente, el influyente blog Zerohedge se hacía eco de un informe de Goldman Sachs, en el que el banco de inversión hablaba de la probabilidad creciente de un crash de mercado al estilo del Black Monday.
Sobre la primera posibilidad, Buckle comenta que “el BCE sigue siendo extremadamente conservador (equivocadamente, en mi opinión, ya que está estimulando el comportamiento descrito arriba)”. Ante el apoyo explícito y reiterado de la autoridad monetaria a la necesidad de mantener los estímulos ante la ausencia de inflación, el experto descarta que sea una normalización monetaria la que desate una corrección: “No veo cómo se va a cambiar la actitud de los inversores ante la aversión al riesgo y, por lo tanto, preveo que la demanda desaforada de rendimientos continuará”.
Al mismo tiempo, el experto aclara que su escenario no es el de una crisis exógena, aunque matiza que “los movimientos de alta frecuencia de los precios después de un acontecimiento de estas características nos dirán mucho sobre la tolerancia de los inversores a las caídas”. Es decir: “Si se produce un suceso así, pero los descensos son escasos y duran poco, tendremos otro año de tolerancia al riesgo por delante”, por lo que concluye que ha habido pocos precedentes en la historia en los que haya sido tan imperativa como en la actualidad “la necesidad de vigilancia para un responsable de asignación de activos”.
Así pues, la recomendación de Buckle consiste en monitorizar el comportamiento del BCE, la evolución de la inflación y los indicadores técnicos de la bolsa antes de tomar ninguna decisión. “Por el momento, estas señales de alerta emiten luz verde, pero eso podría cambiar muy rápido”, explica el experto. Éste ha optado por exponerse al riesgo de duración en EE.UU. antes que en Europa, “donde parece considerablemente más probable que se revisen las valoraciones ante un banco central que va rezagado”.