¿Qué puede pasar de aquí en adelante en Reino Unido? Las gestoras opinan

Brexit

El voto a favor de la salida de la UE ya es una realidad, en un caso que podría compararse claramente con el cuento de “Pedro y el lobo”. Mientras que los mercados experimentan una oleada de pánico, las gestoras internacionales tratan de dilucidar qué puede pasar de aquí en adelante, en un escenario absolutamente histórico e inédito desde la creación de la UE. Hay un punto sobre el que todas están de acuerdo: a los mercados no les gusta la incertidumbre, y esta ruptura después de una relación de 43 años deja muchos frentes de incertidumbre abiertos.

“La alta incertidumbre es el resultado de los factores intangibles, que son muchos: las negociaciones bilaterales entre Reino Unido y la UE para la salida probablemente lleven al menos dos años, bajo las leyes de la UE y Reino Unido (el Artículo 50 del Tratado de Lisboa), pero el tiempo que lleve tomar la decisión podría variar y las negociaciones podrían ser desde amistosas a contenciosas”, señala Arnab Das, responsable de deuda soberana emergente y análisis macro de Invesco. Das incide sobre las negociaciones con otros socios comerciales, “pues de lo contrario, Reino Unido podría afrontar aranceles más altos u otras barreras a la exportación para el resto del mundo, incluso si opta por la liberalización unilateral del comercio que han sugerido algunos de los partidarios de la salida”.

También se centra en este tema Stéphan Eckhardt, especialista de inversión en volatilidad de Amundi: “Tras el Brexit, habrá que renegociar los acuerdos con la UE, lo que supondría en cierto modo el regreso a la Organización Mundial del Comercio. Reino Unido terminaría con un estatus similar al de Suiza o Noruega”. El especialista llama la atención sobre el hecho de que la UE tiene firmados 53 acuerdos con otros socios comerciales internacionales: “La salida de la UE implicará para Reino Unido renegociar estos tratados, con la diferencia de que la UE tiene más de 200 negociadores dedicados, mientras que Reino Unido sólo tiene seis negociadores”.

“Reino Unido no ha tenido que negociar un tratado bilateral del comercio desde 1976, por lo que creo que hay que preguntarse lo rápido que pueda ser el proceso”, afirma David Zahn, responsable de renta fija europea de Franklin Templeton Investments. Éste llama la atención sobre el hecho de que no se trata sólo del comercio, “también hay movimiento en torno al mercado laboral y temas importantes como el espacio aéreo: la UE tiene más de 60 acuerdos diferentes en todo el mundo para permitir que los aviones europeos puedan volar y aterrizar en otros territorios. Reino Unido no tiene ningún acuerdo. Esto muestra la amplitud de asuntos que tendrán que solucionarse”.  Además, plantea la probabilidad de que Escocia (que votó a favor de la permanencia) pida la celebración de otro referéndum para determinar su independencia.

Zahn recuerda no obstante que la cuenta atrás para el Brexit no empezará realmente hasta que el Ejecutivo británico realice una petición formal: “Podría haber razones para no hacerlo inmediatamente. Tendrá que haber mucha infraestructura programada para empezar el proceso. Y hay grandes elecciones en Alemania y Francia el año que viene. Como serán dos de los socios con los que los oficiales británicos tendrán que negociar los términos del Brexit, la cuestión es cuán interesados estarán en negociar cuando tengan sus propias elecciones en camino”.

Philippe Waechter, economista jefe de NAM (filial de Natixis Global AM), alerta de que “las normas nunca volverán a ser las mismas para la quinta economía más poderosa del mundo”. De hecho, afirma que “el peso de Reino Unido es en sí mismo una fuente de preocupación para el resto del globo”. Además, explica que este cambio de paradigma va a producirse en un entorno de bajo momento de crecimiento y políticas monetarias muy acomodaticias por parte de los bancos centrales: “En otras palabras, un shock negativo y persistente con poca capacidad de ajuste por las políticas de bajos tipos de interés puede tener un efecto de larga duración sobre Reino Unido y el mundo. Un periodo de fuerte crecimiento podría haber limitado el impacto de ese shock al poder aplicarse ajustes endógenos más fuertes. Es más, en ese tipo de periodo, David Cameron no habría planteado la cuestión sobre la pertenencia a la UE”, sentencia.

Matteo Germano, responsable de multiactivos de Pioneer Investments, resalta que la votación “tiene un impacto significativo sobre el equilibrio geopolítico, al crear un precedente en la UE”. De hecho, a lo largo de la jornada posterior al referéndum ha habido manifestaciones por parte de partidos antieuropeos (el Partido de la Libertad en Holanda, el Frente Nacional en Francia y la Liga Norte en Italia), reclamando un trato similar. “Las próximas elecciones en España, y el referéndum constitucional en Italia serán los siguientes eventos políticos a seguir para calibrar el nivel de descontento político dentro de la región”, indica el experto.

Desde una perspectiva macro, Germano cree que “la victoria de la campaña a favor de la salida podría incrementar la probabilidad de que el mundo desarrollado se quede atrapado en un escenario de bajo crecimiento y baja inflación. El miedo y la incertidumbre prolongada en Europa tras la votación podría de hecho dañar a la confianza y limitar la actividad económica”. El experto concluye que “una gestión con delicadeza de la transición – que, de todas formas, llevará años para materializarse- será un factor clave para evitar una crisis más profunda, que podría golpear a la economía global”.

Quien muestra una opinión algo distinta es Mike Amey, responsable de gestión de carteras en libras de PIMCO: "Esperamos para el medio plazo un periodo de gran calma relativa, al menos porque la transición hacia la vida fuera de la UE llevará tiempo para ser negociada". Sobre las negociaciones, Amey incide sobre la importancia de resolver quién las liderará: "David Cameron ha anunciado que dimitirá como primer ministro en octubre, lo que significa que habrá una competición por el liderazgo dentro del partido conservador que se desarrollará a lo largo del verano. Sólo después de que esté establecido - y Reino Unido tenga un nuevo primer ministro- empezarán las negociaciones sobre la separación de la UE". En todo caso, Amey espera "que empiecen las negociaciones informales antes de que el gobierno de Reino Unido inicie formalmente el proceso de salida". 

Implicaciones para la economía británica

Los expertos de UBS AM analizan la confianza empresarial: “A las compañías no les gusta comprometerse con un gasto significativo cuando hay una incertidumbre sustancial sobre el entorno para los negocios y, por consiguiente, sobre las posibles recompensas. Individualmente, tiene sentido, pero cuando lo hacen todas las empresas, hay un efecto multiplicador”. Desde la firma indican que la inversión de las empresas británicas ya había empezado a retroceder antes del referéndum, y que la falta de visibilidad sobre la agenda para la salida de la Unión puede agravar la situación. La falta de confianza también influye sobre las contrataciones, “y el empeoramiento del mercado laboral probablemente impacte sobre la confianza del consumidor”, justo ahora que estaban viéndose signos de fuerza inusual.

También se fijan en el efecto de la caída de la libra sobre la inflación. Consideran que el impacto será significativo porque “Reino Unido importa una cantidad significativa de bienes de ultramar, que consecuentemente serán más caros”. Según un estudio del Banco de Inglaterra, una caída del 10% de la libra empuja a la inflación hasta un 1,5% en dos años. Sin embargo, desde la gestora creen que sería un efecto puntual y que probablemente se iría desvaneciendo a medida que se estabilice la medida. “Por tanto, es discutible que el Banco de Inglaterra pueda ignorar el impulso inflacionario”. La parte positiva de la depreciación sería la recuperación de competitividad en las exportaciones, por lo que, en conjunto, los expertos creen que podría ayudar a corregir el déficit comercial de Reino Unido.

Otra cosa será afrontar en este nuevo escenario el ya gran déficit por cuenta corriente del país, que implica la necesidad de Reino Unido de pedir prestado a inversores internacionales: “El resto del mundo sólo le dejará prestado si tienen confianza en la economía y en la situación política. Si esa disposición cae, hay dos maneras de hacer ajustes. La opción más dolorosa será cambiar las cantidades: tener una recesión, para que las importaciones caigan lo suficiente como para devolver el equilibrio (que es lo que sucedió en España después de la crisis financiera). La otra opción es cambiar los precios: que el tipo de cambio caiga lo suficiente como para devolver un atractivo relativo a los activos británicos”. La gestora opina que lo más probable es que se produzca una mezcla de ambas opciones: menos importaciones y una divisa más barata. En todo caso, recuerdan que “una caída de la disposición de prestar a Reino Unido no será tan doloroso como para los países que no puedan ajustar su tipo de cambio”.

“Creemos que el impacto a corto plazo será indudablemente negativo para la economía del Reino Unido, con una incertidumbre que retrase las decisiones de inversión y el consumo en general. A largo plazo, es posible que el Reino Unido renegocie un buen acuerdo con la UE. Sin embargo, no ha habido declaraciones sobre cómo o en base a qué. Es previsible que los demás países de la UE compliquen la vida del Reino Unido después del Brexit, en parte por resentimiento y en parte para impedir a otros países que hagan lo mismo", resume Paul Hatfield, director de inversión de Alcentra (parte de BNY Mellon IM). 

“El referéndum de ayer era una consulta pública sin valor legal. Es decir, solo el parlamento británico tiene la potestad para apelar al artículo 50 del Tratado de la Unión Europea. Por tanto, el parlamento tiene dos años para organizar el procedimiento para dejar la UE, aunque este horizonte temporal podría reducirse si ambas partes están de acuerdo. Parece poco probable que los acontecimientos vayan a desarrollarse de otra forma”, explica Benjamin Melman, Director de Asignación de Activos y Deuda Soberana en Edmond de Rothschild AM. Éste resume la cuestión así: “Los ciudadanos británicos han expresado su deseo de que su parlamento recupere su soberanía completa y por tanto compete al parlamento y solo al parlamento, tomar esta decisión”.

Por el momento, la agencia de calificación crediticia S&P ha comunicado que revisará los rating potencialmente afectados por el resultado del referéndum, incluyendo el rating soberano de Reino Unido: "Podríamos rebajar el rating en más de un escalón si creyéramos que la fortaleza institucional de Reino Unido y su habilidad para formular políticas con las que sostener el crecimiento se vieran afectadas negativamente".